Trastorno bipolar tipo II: Que significa, cómo se trata y recomendaciones

¿Cuántas veces hemos escuchado a nuestro alrededor “hoy está bipolar” o “es bipolar”? Queremos saber qué es esto de “bipolar” de forma más exacta, por lo que el Trastorno bipolar será el protagonista del siguiente artículo. Conoceremos en qué consiste el trastorno bipolar o trastorno del humor (afecto), qué dos tipos existen y nos centraremos un poco más en el trastorno bipolar tipo II. Profundizaremos en las distintas definiciones del mismo, sus signos y síntomas, la frecuencia con la que ocurre y cómo se reparte entre hombre y mujeres, qué evolución podemos esperar y junto a qué otros trastornos puede aparecer. Tras repasar los distintos tratamientos disponibles para el trastorno bipolar, terminaremos con unas recomendaciones que pueden ser útiles para el manejo de este trastorno.

trastorno bipolar tipo II

“Es bipolar”: pero ¿”trastorno bipolar tipo II”?

¿Qué es el trastorno bipolar tipo II?

Cuando escuchamos “es bipolar”,  la mayoría de las veces suele referirse a algo negativo… desde “ha cambiado de opinión” hasta “se ríe y luego llora”. Sabemos que existe un trastorno con este nombre… veamos si lo que escuchamos de forma común se corresponde realmente con lo que este trastorno es…

El trastorno bipolar es un trastorno crónico del afecto, en el que el estado anímico varía entre el polo depresivo y el eufórico, produce malestar o deterioro importante en las personas que lo padecen y no es consecuencias del consumo de sustancias,  enfermedad médica ni de un tratamiento activo.

Se diferencian dos tipos de trastorno bipolar: el tipo I y el tipo II. Podría decirse que en el trastorno bipolar tipo I son más frecuentes los episodios maníacos, mientras que en el tipo II los episodios más frecuentes son los depresivos. En el tipo I los episodios son más graves, mientras que en el tipo II el malestar lo aporta principalmente el episodio depresivo, ya que el episodio hipomaníaco aun estando cerca del polo de la euforia no llega a ser tan grave como el extremo.

¿Cuáles son los signos y síntomas del trastorno bipolar tipo II?

Como hemos dicho anteriormente, en el trastorno bipolar tipo II hay tanto episodios depresivos como episodios hipomaníacos. Vamos a ver qué signos y síntomas podemos encontrar de cada polo en áreas importantes que están alteradas en el trastorno bipolar.

Trastorno bipolar tipo II: Polo maníaco

  • Ánimo: Roza la euforia, expansividad, siente que “puede con todo”, puede haber irritabilidad, hostilidad, agresividad o fluctuaciones en el humor.
  • Motivación y comportamiento: Aparece energía excesiva, hipersexualidad, actividad frenética, enlaza un tema con otro a gran velocidad), habla en exceso, tiene poco autocontrol y es muy impulsivo, presta poca atención al aspecto personal (puede estar desaliñado o bien vestido de forma incongruente con la época del año…).
  • Pensamiento o cognición: Tiene sensación de que procesa a gran velocidad y las ideas se sobreponen y asocian en función de características superficiales; puede haber incoherencias y frecuentes distracciones, autoestima aumentada, sentimientos de grandeza, suspicacia o ideas de persecución.
  • Fisiología: Hiperactivación vegetativa, alteraciones del sueño y apetito, se cansa con mayor dificultad.
  • Relaciones con los demás: Son difíciles, reclama más control y se ve envuelto en temas polémicos. Se muestran seductores, tienen baja tolerancia a la contradicción, e incluso contagian la emoción.

Trastorno bipolar tipo II: Polo depresivo

  • Ánimo: Tristeza, abatimiento, irritabilidad, sensación de vacío, falta de expresividad emocional (tiene “la misma expresión en cualquier tema”).
  • Motivación y comportamiento: inhibición, apatía, anhedonia (falta de placer en las actividades), baja motivación, enlentecimiento psicomotor, agitación, estupor (mutismo o parálisis).
  • Pensamiento o cognición: Alteraciones en la forma del pensamiento (poca atención, memoria y lentitud en el procesamiento; menor esfuerzo y control ejecutivo, pensamiento repetitivo sobre una misma idea) y contenido (culpa, ideas de muerte, delirios de ruina, autodesprecio; pensamientos negativos sobre el mundo, los otros y uno mismo).
  • Fisiología: Fatiga o cansancio, alteraciones en el apetito, sueño y deseo sexual, molestias corporales difusas, náuseas, mareos, inestabilidad.
  • Relaciones con los demás: suelen estar deterioradas por falta de interés y por rechazo

No se pierda leer como se diagnostica el Trastorno Bipolar Tipo II al final de este articulo en la seccion “Para Ampliar”.

¿Qué trastornos se asocian al trastorno bipolar tipo II?

De los pacientes diagnosticados de trastorno bipolar, entre el 60 y el 70% presentan otro trastorno al mismo tiempo, y las asociaciones que se dan de forma más frecuente se llaman “comorbilidad”. El trastorno bipolar se ha asociado con: ansiedad, consumo de sustancias y otros trastornos de personalidad. En menor medida aparecen de forma comórbida trastornos de la conducta alimentaria, el trastorno por déficit de atención y el trastorno obsesivo compulsivo.

¿Cuál es la prevalencia del trastorno bipolar tipo II?

Los trastornos bipolares suponen un 10% de los trastornos relacionados con alteraciones en el estado de ánimo. La prevalencia vital en España se sitúa entre un 2 y un 4%. El inicio suele situarse en torno a los 20 años y aparece en la misma proporción entre hombre y mujeres.  En concreto el trastorno bipolar tipo II es más prevalente en mujeres y está en el 0,5% de la población.

¿Qué tratamientos existen para el trastorno bipolar tipo II?

El trastorno bipolar tipo II es un trastorno crónico, que no tiene cura pero sí tratamientos. A largo plazo se espera disminuir la morbilidad y la mortalidad del mismo.

Se recomienda la aplicación conjunta de tratamientos farmacológicos y psicológicos; y éstos comparten los siguientes objetivos:

  • Reducir la frecuencia, severidad y consecuencias de los episodios.
  • Mejorar el funcionamiento de la persona entre los episodios en las distintas áreas de su vida.
  • Evitar los problemas asociados.

Tratamiento farmacológico

Es el primer abordaje para el trastorno bipolar tipo II.  El 75% de las personas en tratamiento con litio mejoran. Los síntomas remiten en torno a los 15 días. Tras el tratamiento satisfactorio de la fase aguda se pauta una dosis de mantenimiento (1 año de duración) y posteriormente se inicia la supresión gradual del fármaco. Se vuelve a la pauta de mantenimiento en caso de que los síntomas vuelvan a manifestarse. En los episodios depresivos, solamente se añaden antidepresivos  (se recomiendan Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina o bien Inhibidores de la Monoamino Oxidasa) cuando la respuesta al litio no es la adecuada, ya que estos aumentan la vulnerabilidad para virar hacia el extremo maníaco del trastorno bipolar.

Los posibles efectos secundarios del litio son: letargo, sed, reacciones cutáneas, problemas gastrointestinales, toxicidad, alteraciones renales o tiroideas y menor coordinación motriz. La adherencia a este fármaco suele ser muy baja y además cuenta con un estrecho margen terapéutico (los controles periódicos son fundamentales).

Al 25% de los pacientes con trastorno bipolar que no responden al litio se prescribe como alternativa:

  • Anticonvulsivos, anticomiciales o antiepilépticos: carbamazepina. Tiene efecto tanto en fase aguda como en la fase de recaída. Tiene como efectos adversos la disminución de leucocitos y depresión en la médula ósea. Exige la realización de controles hemáticos para evitar la aparición de leucopeína.
  • Ácido valproico (valproato sódico) o lamotrigina: se toleran mejor que el litio pero protegen menos contra el suicidio.
  • Clonazepam: es un derivado de las benzodiacepinas, y se utiliza por sus propiedades anticonvulsivas y acción contramaníaca
  • Antipsicóticos atípicos (olanzapina como tratamiento de primera línea)
  • Bloqueadores del canal de calcio: verapamilo o nimodipino. Se utilizan de forma complementaria a otros fármacos en cicladores rápidos porque su acción no está cara.

En los casos de pacientes con trastorno bipolar tipo II de mayor gravedad (manías graves, estados mixtos, episodios depresivos graves o con riesgo de suicidio) o en personas que no puedan tomar antidepresivos (por ejemplo ancianos o mujeres embarazadas)  se recomienda la terapia electroconvulsiva.

Trastorno bipolar tipo II

Trastorno bipolar tipo II

Tratamiento psicológico

Con el tratamiento psicológico se intentará aumentar el control médico del trastorno bipolar tipo II:

  • Mejorar la adherencia médica
  • Entrenar en identificar los síntomas subsindrómicos ya que una intervención temprana puede evitar una recurrencia o recaída total, o limite quizás la potencia de un nuevo episodio.
  • Proporcionar técnicas que ayuden a detener el empeoramiento de los síntomas
  • Dotar de estrategias para afrontar estímulos estresantes sociales e interpersonales que pueden desencadenar o agravar los síntomas.
  • Mejorar la calidad de vida

Encontramos 3 tipos de intervenciones psicológicas para el trastorno bipolar tipo II: conductuales, cognitivas e interpersonales. Dentro del tratamiento con base en la conducta encontramos: Programa de actividades agradables, Entrenamiento en habilidades sociales, Programa de afrontamiento de la depresión, Terapia de autocontrol, Terapia de solución de problemas y Terapia conductual de pareja.

¿Cuál es el pronóstico para el trastorno bipolar tipo II?

En general, el 25% de los trastornos bipolares tiene curso crónico y en el 90% de los casos suele haber recaídas. La mayoría de los pacientes casi nunca están asintomáticos entre episodios y los síntomas depresivos suelen ser más frecuentes. El riesgo de recaída aumenta con la edad y poco después de salir de un episodio. Solo entre el 5 y el 15% de los sujetos con trastorno bipolar tipo II evolucionan a un trastorno bipolar tipo I.

Es interesante la asociación entre este trastorno y el suicidio (20% del total de casos). Estos pacientes tienen un riesgo 15 veces mayor que la población general  y 4 veces mayor que los pacientes con trastorno depresivo mayor. Según estudios, el 50% lo ha intentado una vez y estos intentos son más probables en un episodio depresivo o mixto.

Recomendaciones para el Trastorno Bipolar Tipo II

  • Mantenerse informado del trastorno tanto el paciente como el entorno. Conocer cuáles son las posibles manifestaciones, qué síntomas pueden aparecer, cómo puede evolucionar para poder responder así de forma más rápida y eficaz ante cualquier novedad.
  • Informar al equipo de salud de cualquier cambio o novedad relacionada con este trastorno.
  • Establecer rutinas cotidianas de actividad y descanso, así como ritmos circadianos estables.
  • Identificar señales que puedan indicar la aparición de los episodios. Por ejemplo, un cambio en el patrón de sueño habitual puede ser señal de un agravamiento o un nuevo episodio. Algunas personas que son fumadoras, a veces notan diferencias en el número de cigarros consumidos de forma previa a un empeoramiento.
  • Apoyar en estrategias de manejo de los síntomas para reducir sus consecuencias de forma temprana. Puede ser útil llevar un registro del estado anímico, podría ser algo informal como una nota en el móvil, o un registro más elaborado como por ejemplo un gráfico en una pizarra o agenda,
  • Reducir estresores para prevenir recaídas u hospitalizaciones. Habrá ocasiones en las que no sepamos “qué va antes” de la crisis; pero en otros casos, cuando sabemos qué es lo que enciende nuestras alarmas, podemos gestionar de una forma más adaptativa aquello que nos desestabiliza.
  • Idear un plan de actuación ante crisis. ¿Hay algún medicamento que tomar?, ¿a dónde voy?, ¿a quién aviso?, ¿qué tengo que decir?, ¿y después…?.
  • Aumentar la adhesión al tratamiento. Es importante la estabilidad que proporciona el fármaco, pero también las habilidades que podemos desarrollar por nuestra cuenta para gestionar el trastorno por nosotros mismos.
  • Prevenir la aparición de trastornos comórbidos. Sabiendo cuáles son los trastornos que aparecen de forma simultánea al trastorno bipolar, podemos reducir aquellos factores que sean de riesgo para el segundo diagnóstico e incrementar los factores que nos protejan. Por ejemplo, en el caso del consumo de sustancias, si la finalidad es tener mayor control sobre los síntomas buscaremos otras estrategias que nos proporcionen ese control que buscamos; y si es como forma de distracción, buscaremos otro tipo de actividades para obtener un mejor afrontamiento.
  • Modificar los patrones familiares disfuncionales. Pueden darse casos en los que con intención de cuidar al “paciente”, “familiar”, “amigo” le anulamos totalmente en la toma de decisiones, o bien queremos estar al tanto de todos sus “frentes abiertos”. Es importante apoyar desde el respeto y reconociendo a la persona que tenemos delante, tenga o no un diagnóstico como “accesorio”. En otros casos, aumentamos la exigencia por expectativas desajustadas y lo que hacemos es adoptar una actitud crítica u hostil, que nos aleja cada vez más de ser una “persona de apoyo”.
  • Ofrecer y dar apoyo social, ajustándonos a las demandas, recursos y necesidades de los que se disponga.

Para Ampliar

¿Cómo se diagnostica el trastorno bipolar tipo II?

Para el diagnóstico de los trastornos en salud mental, los manuales de referencia son: DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) que se edita por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA) y CIE (Clasificación Internacional de Enfermedades), editada por la Organización Mundial de la Salud.  Actualmente en el sistema de Sanidad Pública se utiliza la CIE en su décima versión, mientras que el DSM se utiliza más en la labor docente. Vamos a ver qué nos proponen ambos manuales para la identificación del trastorno bipolar.

DSM

El DSM V, en su última versión establece un capítulo independiente (“Trastornos bipolares y relacionados”) para los trastornos bipolares (versus la cuarta versión, en la cual estos trastornos formaban parte de la categoría “Trastornos del estado de ánimo” junto con los “Trastornos depresivos”). Desde este manual se hablará de “trastorno”, “episodio” y “especificador”.

  • Trastorno 

Dentro de esta categoría, el trastorno bipolar tipo II  queda definido por los siguientes criterios. Deben cumplirse todos ellos para que haya diagnóstico, si uno solo no se cumple ya no podemos llamarlo “trastorno”.

  1. Ha habido al menos un episodio hipomaníaco y al menos un episodio depresivo mayor.
  2. Estos episodios no se explica mejor por un trastorno esquizoafectivo, esquizofrenia, trastorno esquizofreniforme, trastorno delirante, u otro trastorno del espectro esquizofrénico ni otros trastornos psicóticos.
  3. Los síntomas depresivos o la imprevisibilidad causada por la alternancia frecuente entre periodos de depresión e hipomanía causa malestar significativo o disfunción en el funcionamiento social, ocupacional o de otras áreas importantes en la vida de la persona.

Y además, según este manual se puede especificar si existe malestar ansioso, características mixtas, ciclación rápida, síntomas psicóticos congruentes o incongruentes con el estado de ánimo, catatonia, inicio en el periparto o bien patrón estacional.

  • Episodio

Veamos ahora lo que es el episodio hipomaníaco y el episodio depresivo mayor, para facilitar la comprensión de la anterior definición de “trastorno bipolar”.

Entendemos por episodio hipomaníaco:

1. Periodo diferenciado de estado de ánimo anormal y persistentemente elevado, expansivo o irritable; y una energía y actividad intencionada anormal y persistentemente aumentada que dura al menos 4 días consecutivos (si se da en días alternos no se cumpliría este criterio).

2. Durante el periodo de alteración anímica, la actividad o energía incrementada están presentes de forma significativa y representan un cambio notable en comparación con el comportamiento habitual. Se deben de cumplir 3 o más de los siguientes síntomas (o 4 cuando el estado de ánimo es sólo irritable).

  • Autoestima exagerada o grandiosidad (sentimiento de “poder con todo”).
  • Menor necesidad de dormir (se siente descansado tras pocas horas de sueño y le cuesta más cansarse).
  • Verborrea (está muy hablador).
  • Fuga de ideas o experiencia subjetiva de pensamiento acelerado.
  • Distraibilidad informada u observada (la atención se dirige con mucha facilidad a estímulos externos irrelevantes).
  • Aumento de la actividad intencionada (puede ser en el ámbito social, laboral, escolar o sexual) o agitación psicomotora (actividad no intencionada).
  • Implicación excesiva en actividades placenteras que tienen un alto riesgo de producir consecuencias graves (por ejemplo: compras excesivas, indiscreciones sexuales, inversiones económicas arriesgadas).
  • El episodio se asocia a un cambio inequívoco de la actividad, que no es característica de la persona cuando los síntomas desaparecen.

3. La alteración en el estado de ánimo y el cambio en la actividad es observable por los demás.

4. El episodio no es suficientemente grave como para provocar deterioro o para necesitar hospitalización, ni hay síntomas psicóticos.

5. Los síntomas no con consecuencia de una condición médica (por ejemplo hipertiroidismo) ni del consumo de sustancias (droga, medicamento u otro tratamiento).

Por ejemplo, si aparece la sintomatología característica del episodio hipomaníaco mencionada anteriormente en una persona que está con tratamiento antidepresivo, sólo podríamos decir que se trata de un episodio hipomaníaco en caso de que estos síntomas siguieran presentes tras la interrupción del tratamiento y una vez que ha pasado el tiempo suficiente para que desaparezcan los síntomas fisiológicos del mismo (en caso contrario, los síntomas serían consecuencias del tratamiento).

Entendemos por episodio depresivo mayor:

1. Presencia de 5 o más de los siguientes síntomas durante un periodo de 2 semanas, que suponen un cambio respecto a la actividad previa (y al menos uno de los síntomas debe ser el estado de ánimo depresivo o la pérdida de interés o de la capacidad para el placer):

  • Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día informado (sentimiento de tristeza o vacío) u observado (llanto).

En niños y adolescentes el estado de ánimo puede ser irritable.

  • Disminución importante del interés o de la capacidad para obtener placer en todas o casi todas las actividades, la mayor parte del día, casi cada día; informada u observada.
  • Pérdida de peso (sin hacer dieta) o aumento (más del 5% del peso corporal) en un mes; o pérdida o aumento del apetito casi cada día.

En niños hay que valorar el fracaso en lograr el peso esperable.

  • Insomnio o hipersomnia casi cada día.
  • Agitación o enlentecimiento psicomotor casi cada día (observable por los demás, no solamente sensación de inquietud o enlentecimiento).
  • Fatiga o pérdida de energía casi cada día.
  • Sentimiento de inutilidad o culpa excesivos o inapropiados (pueden ser delirantes) casi cada día (no simples autorreproches o culpa por estar enfermo).
  • Disminución de la capacidad para pensar o concentración, o dificultad para tomar decisiones casi cada día (informada u observada)
  • Pensamientos recurrentes de muerte (no solo miedo a la muerte), ideas de suicidio, tentativa de suicidio o un plan específico.

2. Los síntomas provocan malestar significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la vida de la persona.

3. Los síntomas no son consecuencia de una condición médica ni del consumo de sustancias (droga ni medicamento).

Podemos saber si los síntomas son inducidos cuando éstos preceden al consumo, o bien cuando estos continúan tras el periodo de intoxicación o abstinencia; o son claramente excesivos respecto a lo esperable dado el tipo, cantidad y uso de la sustancia o medicamento.

  • Especificador

Aclaraciones respecto a los especificadores del trastorno bipolar:

  • Malestar ansioso – Aparecen al menos dos de los siguientes síntomas: sentimiento de tensión o nerviosismo, cansancio de forma inusual, dificultad para concentrarse debido a la preocupación, miedo a que suceda algo malo y sentimiento de posible pérdida de control.
  • Características mixtas – Se cumplen todas las características de un episodio y además 3 características del otro.
  • Ciclación rápida – Ocurre en el caso de haber tenido al menos 4 episodios en un año. Es una variante más grave del trastorno bipolar y se da en el 20% de los casos (aparece más en mujeres). No hay buena respuesta al tratamiento y se recomienda el uso de anticonvulsivos.
  • Catatonia – Aparecen al menos dos de los siguientes síntomas: inmovilidad motora o actividad motora excesiva (sin propósito ni desencadenada por ningún estímulo), negativismo extremo, peculiaridades del movimiento voluntario (posturas, estereotipias o manierismos) y ecolalia o ecopraxia.
  • Inicio en el periparto – Es el momento inmediatamente anterior o posterior al parto y durante el parto.
  • Patrón estacional – Se utiliza sólo para los episodios depresivos mayores; se ha observado mayor relación entre estos episodios en invierno y los episodios maníacos en verano.

CIE

La CIE-10 engloba el trastorno bipolar dentro de los “Trastornos del humor (afectivos)” y no hace la diferenciación entre tipo I y tipo II. Ofrece una definición general en la que se señala la alteración del humor o de la afectividad en el polo de la depresión o el de la euforia y se acompaña de un cambio significativo en la actividad. Este manual permite el diagnóstico de “episodios” aislados, sin necesariamente cumplir criterios para formar un “trastorno”.

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