Qué es la dislexia o el trastorno del aprendizaje de la lectura. Todo lo que necesitas saber
“Siempre confundo la derecha y la izquierda, creo que tengo dislexia.” Seguro que has escuchado esta frase más de una vez en tu vida, o incluso, la has pronunciado tú mismo y te has preguntado… ¿qué es realmente la dislexia?
A continuación, te contamos las claves para comprender qué es la dislexia, qué tipos existen y las características que aparecen en niños y adultos con este trastorno que se da en todas las lenguas conocidas. Además, profundizamos en cómo se evalúa y qué tipo de intervenciones pueden llevarse a cabo para tratarla.
¿Qué es la dislexia? Una definición para comprender este trastorno
De forma clara y genérica, podemos afirmar que la dislexia es la dificultad que se produce en la lectura de palabras, es decir, en los mecanismos específicos de la lectura.
Si acudimos a los manuales diagnósticos que utilizan los profesionales, veremos que no existe una categoría diagnóstica específica para la dislexia.
Dentro de los trastornos del neurodesarrollo, que son los trastornos con inicio en la infancia, se abre una categoría general denominada trastornos del aprendizaje que permite especificar si dicho trastorno cursa con dificultades en la lectura, en la expresión escrita o con dificultad matemática.
La referencia a la dislexia en el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM 5) se encuentra en una nota dentro del trastorno específico del aprendizaje con dificultades en la lectura, y dice lo siguiente:
¿Qué es la dislexia? “Puede definirse como un término alternativo utilizado para referirse a un patrón de dificultades del aprendizaje que se caracteriza por problemas con el reconocimiento de palabras de forma precisa o fluida, deletrear mal y poca capacidad ortográfica. Si se utiliza dislexia para especificar este patrón particular de dificultades, también es importante especificar cualquier dificultad adicional presente, como dificultades de comprensión de la lectura o del razonamiento matemático.”
La clasificación estadística internacional de enfermedades y problemas relacionados con la salud (CIE-10), que es otro manual ampliamente utilizado y citado por los especialistas, también incluye la dislexia dentro del trastorno específico de la lectura. Pero marca una diferencia con respecto al DSM 5, y es que incluye solamente la dislexia que aparece durante el desarrollo o dislexia evolutiva y excluye, de forma explícita, la dislexia adquirida. (Más adelante profundizaremos en la clasificación de la dislexia).
Podemos afirmar, por tanto, que la dislexia es un trastorno cuya principal característica es un rendimiento en la lectura menor del esperado en relación al potencial de las capacidades del niño según su edad, su nivel de inteligencia e independiente al tiempo de escolarización al que haya sido sometido.
Ese rendimiento en la lectura implica tanto la decodificación, como la velocidad, así como la entonación y la comprensión de las palabras.
En resumen, para que haya un diagnóstico de dislexia se tiene que cumplir:
- La ausencia de un déficit o discapacidad intelectual, por el que se explique ese rendimiento en la lectura por debajo de lo normal.
- Que ese retraso en la lectura sea al menos de dos años con respecto a sus iguales.
- Que la persona haya sido sometida a un método adecuado de aprendizaje, en el que haya existido estimulación para aprender en el hogar.
- Que el sujeto no posea problemas psíquicos, ni tampoco de discriminación visual o auditiva, por el que se expliquen las deficiencias en el proceso de la lectura.
- Y, por último, que las dificultades aparezcan única y exclusivamente en tareas mediadas por la lectura.
Para conocer más sobre la dislexia, se han realizado investigaciones desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX hasta la actualidad y, durante ese tiempo, la concepción del trastorno de la dislexia ha ido pasando por diferentes enfoques. La dislexia puede entenderse desde el punto de vista cognitivo, el conductual y el neuropsicológico:
La dislexia dese el punto de vista cognitivo: Esta teoría explica la dislexia desde el procesamiento de la información. Viene a decir, de forma muy simplificada, que el proceso de la lectura está constituido por diferentes subprocesos: atención, memoria, percepción o razonamiento. Cada subproceso, utiliza unos recursos cognitivos del sujeto que está leyendo. Las personas con dislexia tendrían dificultades en uno o más de esos subprocesos, lo que provoca que se consuman mayor cantidad de recursos cognitivos. Esos problemas, se manifiestan en las dificultades en el aprendizaje y, más concretamente, en la lectura.
La dislexia desde el punto de vista conductual: Ha cosniderado que la dislexia es algo puramente conductual, y que por tanto, las alteraciones en la lectura aparecen por un aprendizaje ineficiente de la misma.
El tercer enfoque, integra los factores neurológicos, educativos y psicológicos: Considerando la lectura como un proceso en el que se produce una interacción entre varios niveles distintos, dirigida a dar significado o sentido a lo que se lee. Así, la dislexia se plantea como una deficiencia en la toma de conciencia de sonidos y en la separación e integración de los sonidos y las letras de las palabras, es decir, en la integración auditivo-fonémica.
Clasificación de la dislexia
Podemos clasificar la dislexia según su origen. Así, según esta clasificación, tendremos:
- Dislexia adquirida, también llamada alexia: es aquella que afecta a las personas que pierden la habilidad de leer tras una lesión cerebral, aunque previamente sí tuvieran dicha capacidad.
- Dislexia evolutiva o del desarrollo: es la que afecta a las personas desde la adquisición inicial de la lectura. La que habitualmente se observa en niños.
También existen diferentes clasificaciones de las dislexias, dependiendo del tipo de enfoque que se tenga en cuenta.
La que tiene un mayor peso en la actualidad es la desarrollada por Coltheart y su equipo. Esta clasificación se basa en un modelo cognitivo que diferencia dos rutas o dos “caminos” distintos para ir desde la representación gráfica de la palabra a su significado.
Una es la ruta fonológica, por la que se accede a la lectura mediante la conversión de los signos gráficos (letras) en sonidos y, a través de éstos, se accede al significado de las palabras. Primero se identificará cada letra de la palabra, para posteriormente formar agrupaciones de las letras en sílabas correctas para cada idioma, permitiendo así la formación de fonemas que, finalmente tendrán que ensamblar para leer la palabra completa.
Normalmente, se leerán a través de esta vía las palabras desconocidas para el lector o pseudopalabras, que son series de letras que no forman una palabra (por ej. cabulla).
La otra es la ruta léxica o visual por la cual el lector conecta directamente la forma de la palabra con su significado. Es decir, la codificación gráfica de la palabra, activa directamente su representación léxica. Reconocer una palabra consistirá en comprobar que el estímulo escrito que hay que leer se corresponde con alguna de las formas ortográficas almacenadas en nuestro sistema semántico, que es algo así como nuestro “diccionario mental”.
Las palabras conocidas, que somos capaces de identificar visualmente, se leerán mediante esta ruta.
Generalmente, el procesamiento en la lectura se puede iniciar por cualquiera de las dos vías, utilizándose en cada caso la que resulte más eficiente. Las personas con un buen nivel lector utilizarán correctamente ambas rutas. Y cuando fallan en alguna de las dos, o en las dos, aparecen las dislexias.
Según este modelo, las dislexias pueden ser:
- Dislexia fonológica: aparecen fallos en la ruta fonológica. Por tanto, las personas con este tipo de dislexia tenderán a leer por la vía léxica o visual.
Los errores más típicos serán, por un lado, la incapacidad de leer palabras poco conocidas y pseudopalabras. Por otro, las llamadas lexicalizaciones, que consisten en convertir las pseudopalabras en palabras. Por ejemplo, leerán “ordenador” donde pone “ordentazor”. Y finalmente, cometerán errores cuando lean palabras visualmente parecidas. Por ejemplo, leerán “pinza” en vez de “pinta”. - Dislexia superficial: los fallos se dan en la ruta léxica o visual, tendiendo a leer mediante la ruta fonológica. Los errores más comunes son, en primer lugar, la dificultad de reconocer una palabra globalmente, como un todo. Y como consecuencia, usarán estrategias de tanteo para acertar con la pronunciación correcta. Confunden palabras homófonas como por ejemplo “vaca” y “vaca”; omiten, sustituyen o añaden letras cuando leen: por ejemplo “labo” en vez de “labio”, “loba” en vez de “loza” o “león” en vez de “leo”.
- Dislexia profunda: el fallo aparece en las dos rutas para acceder al léxico. La lectura estará guiada por el significado, por lo que comprenderán mejor las palabras leyéndolas en silencio. Así los errores típicos, serán la dificultad para leer palabras abstractas o verbos, y los de tipo semántico: por ejemplo, confundir “amapola” por “azucena” o “coche” por “moto”.
Además de los explicados en los otros tipos de dislexia.
Qué es la dislexia en niños: características y síntomas
Se considera que el 80% de los diagnósticos de trastornos del aprendizaje lo constituye la dislexia. Aproximadamente, entre un 2 y un 10% de niños escolarizados tienen este trastorno.
No se suele realizar un diagnóstico antes de los 7 años de edad, aunque las primeras señales pueden aparecer ya en la etapa pre-escolar y especialmente, en los primeros años de primaria, cuando comienza la enseñanza de la lectura en la mayoría de los colegios. Si algo está claro, es que uno de los mejores pronósticos en la dislexia es un diagnóstico temprano, ya que de esta manera antes se pondrán medidas y se trabajará para solventar el problema.
En ocasiones, la dislexia suele estar asociada con otro trastorno específico del aprendizaje, como el trastorno con dificultad en la expresión escrita o el trastorno de cálculo (discalculia).
Los niños con trastornos específicos de la lectura y con dislexia, suelen tener problemas en el desarrollo del lenguaje. Algunas de las muestras tempranas del trastorno pueden ser la dificultad para recitar el alfabeto, para nombrar a las letras, identificarlas o para hacer rimas simples. Posteriormente, pueden aparecer sistemáticamente omisiones, sustituciones, adiciones o lexicalizaciones cuando leen. Tarea que generalmente no querrán practicar, y durante la que podrán mostrar falta de atención o impulsividad. De alguna manera, los niños con dificultades para leer, conciben la lectura como algo desagradable, por lo que evitarán hacerlo. A su vez esa evitación, fomentará un aprendizaje más lento con respecto a sus compañeros.
Al producir la dislexia un malestar significativo en el niño, normalmente se ve afectado el entorno social, y más concretamente el contexto escolar. Además del posible fracaso o bajo rendimiento académico, pueden darse problemas de adaptación, faltas de asistencia a las clases, problemas emocionales (que aparecen desde la primera infancia) y problemas de conducta (especialmente durante los últimos cursos de primaria y durante la adolescencia).
Dislexia en adultos:
La dislexia evolutiva que aparece en la etapa infantil, si no se ha tratado de forma adecuada y específica, la dislexia en adultos tendrá una sintomatología similar a la que aparece en niños. Probablemente las dificultades en la lectura se hayan traducido también en importantes dificultades ortográficas (en la escritura). La unión de ambos problemas complicará la adaptación del adulto a un contexto en el que la lectura de palabras aparece de forma constante y cotidiana, afectando al entorno familiar, social o laboral. A su vez, todo ello afectará a la persona de manera individual, a nivel emocional.
En ocasiones, los adultos con dislexia evolutiva podrán recordar mejor las caras que los nombres de las personas, presentarán dificultad a la hora de memorizar datos e información o les costará acceder a palabras o nombres que quieran utilizar en un momento determinado, entre otras cosas.
La dislexia adquirida -recordemos que es la que aparece generalmente tras una lesión cerebral-, suele producirse en adultos.
Evaluar o valorar la dislexia
Es fundamental recalcar que, aunque las personas con dislexia tienen algunas dificultades que pueden ser comunes, son en general, personas con patrones de dificultades heterogéneos y diferentes. Por tanto, hay que evaluar minuciosamente a cada niño para conocer los aspectos en los que tiene mayores conflictos. Es decir, conocer sus necesidades educativas y también sus puntos fuertes. Esta evaluación, permitirá realizar un programa de intervención y tratamiento de la dislexia específico a cada individuo y tipo de problemática que presente.
Para evaluar a un niño del que sospechamos, puede tener dislexia, es fundamental conocer su historia de vida: su desarrollo físico, médico y psicológico; su historial educativo; su nivel de escolarización; cuáles son los hábitos de enseñanza de lectura en su colegio y en su casa; su edad o su nivel de inteligencia. Para comprobar que, efectivamente, existe una diferencia significativa entre el rendimiento actual del niño con respecto a sus iguales.
Para realizar la evaluación, se harán asimismo pruebas específicas para ver el rendimiento en cada vía de acceso al léxico, la comprensión, la velocidad, etc.
Algunos de los muchos ejemplos para evaluar la ruta léxica pueden ser:
- realizar ejercicios con palabras homófonas. Por ejemplo, dando la definición y pidiendo al sujeto que señale la palabra adecuada.
- O se le puede entregar al niño una lista de palabras pseudohomófonas y preguntar cuáles de esas palabras existen en castellano.
Para evaluar la ruta fonológica, también pueden emplearse diferentes ejercicios.
- Uno de ellos puede ser la lectura en voz alta de una lista de pseudopalabras, ante el cual tendrán una enorme dificultad y aparecerá gran cantidad de errores.
- También se puede pedir al niño que lea una lista de palabras de distintas categorías, por ejemplo, concretas y abstractas, y se observará un mayor número de errores en la lectura de palabras abstractas.
Cómo tratarla
Como he dicho antes, cuanto más temprana y específica sea la intervención, mejor resultados presentará. Es fundamental utilizar un punto de vista integrador, que parta siempre de la síntesis y el análisis de la información recogida durante la evaluación. La intervención o tratamiento, tiene que partir de una detección muy precisa de los mecanismos que están fallando y diseñar estrategias igual de específicas para recuperar dichos mecanismos, proporcionando ayudas con claves externas que gradualmente se vayan eliminando.
Teniendo en cuenta lo anterior, debemos promover la estimulación cognitiva en la dislexia.
Además, podemos complementar con programas de desarrollo de conciencia fonológica y de aprendizaje de las reglas de conversión grafema-fonema. El aprendizaje de la lectura en castellano se hace mediante la ruta fonológica.
Uno de los programas cuyo objetivo es el desarrollo del conocimiento fonológico es el llamado “Programa de 100 ejercicios para el entrenamiento en segmentación oral de palabras”, que favorece la toma de conciencia de los fonemas que forman las palabras facilitando el proceso de asociación entre el sonido y las letras. Contiene tareas de rima, de identificación, de aislamiento de letras, de recuento de sonidos, de adición y unión de sílabas y fonemas, etc. En todos los ejercicios se utilizarán apoyos: por ejemplo, palmadas para separar fonemas o sílabas; o dibujos y láminas.
La enseñanza de las reglas de conversión grafema-fonema se harán con ejercicios que asocien todos los sentidos. Por ejemplo, se realizarán ejercicios que relacionen estímulos visuales y auditivos -se presenta la letra para que el niño lo transforme en sonido-; estímulos auditivos y visuales -se emite el sonido para identificar la letra-, estímulos auditivos y movimiento, etc. También se pueden hacer ejercicios de lectura de textos o palabras en conjunto con un adulto o compañero con mayor habilidad. Lecturas repetidas de textos cortos o lecturas encadenadas.
Con este tipo de ejercicios que desarrollan la conciencia fonológica, se produce al mismo tiempo una mejora en la vía visual, ya que se aumenta la familiaridad con las palabras. Algunos ejercicios más específicos de la ruta léxica tienen como objetivo familiarizar palabras visualmente, y que puedan reconocerlas de forma global. Son, habitualmente, ejercicios con tarjetas con dibujos. También se pueden realizar ejercicios para agrupar o categorizar palabras.
Estos son solo algunos de los tipos de tareas que pueden emplearse durante las sesiones de intervención para la dislexia, pero no olvidemos que además de este área, debemos intervenir a nivel emocional y conductual siempre que sea necesario y no convertir el tratamiento, exclusivamente, en una clase de lectura. Además, será fundamental generalizar el aprendizaje del contexto clínico al ámbito educativo y también al ámbito familiar.
Licenciada en Psicología y Máster en Psicología General Sanitaria con formación y experiencia específica en terapias de tercera generación.
Interesada en la conducta humana, en el resultado de la interacción de los componentes biológicos con el contexto social y en la práctica clínica basada en la evidencia científica.