¿Qué es la afasia? Los enfermos que descubrieron las mentiras del presidente

No sé me ocurre mejor manera de explicar qué es la afasia que con una anécdota del celebre neurólogo Oliver Sacks. Este es el curioso caso del discurso del presidente.

¿Qué es la afasia?
¿Qué es la afasia?

En una institución mental llena de afásicos, escucharon a un montón de pacientes reírse sin parar. En la tele ponían el discurso del presidente y Sacks no llegaba a entender qué estaba pasando, el mandatario estaba haciendo el discurso a la perfección, decía justo lo que le interesaba decir, y ese era precisamente el problema.

Respondiendo a la pregunta de qué es la afasia: se trata de un trastorno del lenguaje que impide producir y comprender el significado de las palabras. Los que tienen afasia se fían de los gestos y del tono de voz para entender de lo que se les habla, pero no de las palabras. Sacks compara a los afásicos con los perros en el sentido en que ninguno de los dos entiende de palabras y se guían por los gestos. Es por esto que no se les puede mentir, puede que las palabras del presidente no fuesen sinceras, pero sus gestos y tono de voz sí, por lo que los afásicos pudieron percibir que no les estaba contando la verdad.

Sacks también nos habla del caso opuesto a la afasia, la agnosia. Los que la padecen tienen la capacidad de entender las palabras, pero no distinguen lo que se quiere expresar con el tono y los distintos gestos, estos hubiesen sido sin duda los oyentes ideales para el discurso del presidente, o eso es lo que podemos pensar a priori, pero el caso de una paciente de agnosia nos demuestra que nos equivocamos.

Emily D. se encontraba en la misma sala que los afásicos y también vio el discurso del presidente, sólo que ella se fijaba en el tipo de palabras que elegía el político y en su forma de relacionarlas.

Lo sorprendente es que Emily tampoco se fiaba del mandatario: “No es convincente. No habla buena prosa. Utiliza palabras de forma incorrecta. O tiene una lesión en el cerebro o nos oculta algo”, argumentaba.

La historia de Sacks nos enseña que tanto afásicos como agnósicos desconfiaron del discurso político, mientras que los espectadores que no padecen ningún trastorno fueron mucho más confiados, en este caso los que tenían un trastorno neuronal fueron los más prudentes.

Si te ha gustado esta historia y quieres saber más sobre la agnosia y la afasia, no dejes de leer El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, una obra más que recomendable del doctor Oliver Sacks.

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