Neurosis: síntomas, tipos y tratamiento
La vida diaria a veces puede resultar demasiado exigente, pero normalmente somos capaces de salir victoriosos ante las dificultades. ¿Quién no se ha enfrentado alguna vez a situaciones estresantes? Sin embargo, hay personas que se sienten acorraladas y atrapadas por sus miedos y preocupaciones, presas de sensaciones de que les puede pasar algo malo y ni siquiera saben por qué, con un estado de ansiedad constante que deteriora su calidad de vida. Neurosis es sinónimo de sufrimiento. Veamos en qué consiste.
¿Qué es la neurosis?
La neurosis, también denominada neuroticismo, se define como la tendencia a mantener un estado emocional negativo a largo plazo. Esto significa que los sentimientos o emociones negativas se experimentan con una intensidad y frecuencia mayores que otras personas. Ansiedad, culpabilidad, ira, agresividad, envidia, desesperación son algunos ejemplos. Esto provoca que los niveles de estrés del individuo sean muy elevados, y hace que la percepción de amenaza y negatividad sea más alta de lo que es en realidad.
Quienes padecen neurosis se caracterizan por rechazar aspectos de su propia realidad interior. Procuran tomar distancia de sus sentimientos, pensamientos o deseos a partir de pautas estrictas. Son estrategias psicológicas que ya tienen automatizadas, que utilizan sin ser conscientes, y dificultan el control y la gestión de las emociones. A fin de cuentas, se trata de un conflicto contra uno mismo, donde el individuo enfrenta la parte que no se atreve a admitir con aquella que se obliga a mostrar. Como cualquier confrontación, conlleva elevados grados de sufrimiento.
«El hombre neurótico se cierra a sí mismo el camino hacia sus genuinas posibilidades, se interpone ante sí mismo en el camino hacia su poder ser» — Viktor Emil Frankl
A modo de resumen, diremos que la neurosis que contempla la psicología clínica actual se define como un trastorno que deforma el pensamiento racional, así como el funcionamiento familiar, social y laboral considerado adecuado.
Síntomas de la neurosis
¿Cómo sabemos si padecemos neurosis? Existen una serie de síntomas que nos pueden estar dando pistas de que algo no va bien:
- Síntomas físicos de ansiedad: sudoración excesiva, palpitaciones, sequedad de boca, dolor en el pecho, etc.
- Síntomas psicológicos de ansiedad: sensación de pérdida de control, de «estar volviéndose loco», temor a una muerte súbita, etc.
- Baja estabilidad emocional.
- Preocupaciones o rumiaciones excesivas.
- Anhedonia o falta de interés hacia actividades que antes se consideraban placenteras.
- Apatía y cansancio frecuente.
- Sentimientos constantes de tristeza e indefensión.
- Irritabilidad
- Alta susceptibilidad y sensibilidad, llegando a sentirse heridos con frecuencia.
- Frustración fácil ante problemas cotidianos.
- Rigidez, dificultad para aceptar cambios en el entorno.
- Problemas interpersonales (con familia, amigos, en el trabajo) por la poca tolerancia hacia otras personas. Suele generar problemas de convivencia. En los casos más graves, puede conducir al maltrato psicológico.
- Tendencia al aislamiento social.
- Tendencia a la internalización de problemas.
- Tendencia a la timidez.
- Tendencia al desarrollo de fobias.
- Dificultades para tomar decisiones.
- Dificultades para salir de casa.
Por supuesto, no se tienen que cumplir todas para considerar que se sufre neurosis, sino que basta con la combinación de un número significativo de estos síntomas para empezar a plantearse acudir a un profesional de la psicología.
Neurosis e insomnio
El estado de ansiedad derivado de la neurosis hace que pueda aparecer insomnio. Así, los problemas para conciliar y/o mantener el sueño por las noches desembocan en un descanso muy pobre. Esto contribuye a aumentar la irritabilidad y a acrecentar los anteriores síntomas. Es otro aspecto muy relacionado con la depresión.
Algunos consejos contra el insomnio
No existe una fórmula mágica, pero sí algunos consejos para poder reducir este síntoma:
- Horarios regulares. Acostarse y levantarse siempre a horas parecidas evitan la alteración del ciclo sueño-vigilia.
- Rutinas de ejercicio. La calidad del sueño mejora al realizar ejercicio de intensidad y duración moderadas. Eso sí, hay que evitar la actividad intensa pocas horas antes de ir a la cama.
- ¡No a la siesta! No son muy aconsejables si se tiene insomnio. No obstante, si veis que la necesitáis de todas formas, mejor que no sobrepase los veinte minutos y no más allá de las cuatro de la tarde.
- Evitar sustancias estimulantes. Se debe procurar no tomar bebidas que contengan cafeína, teína o similares entre cuatro y seis horas antes de dormir. ¡Y lo mismo con el tabaco y el alcohol!
- Cenas ligeras. Evitan las molestias estomacales y favorecen una mejor digestión.
- Consumo adecuado de líquidos. Si se bebe mucho, se corre el riesgo de despertarse para ir al baño. Si se bebe poco, la sed puede despertar a uno en mitad de la noche. Hay que encontrar un punto intermedio.
- Relajación antes de dormir. Una ducha templada, una pequeña sesión de técnicas de relajación, una buena lectura o una playlist de música relajante pueden convertirse en aliadas.
- Acostarse solo si se tiene sueño. De lo contrario, se puede asociar la cama con la angustia por no poder dormir; así, se recomienda levantarse si transcurren veinte minutos sin poder conseguirlo, y volver a acostarse cuando se vuelva a tener sueño.
- Acomodar la habitación. El dormitorio debe tener una luz tenue (si no se puede estar a oscuras) y una temperatura agradable, así como evitar los aparatos electrónicos y otros estímulos que puedan activar el cuerpo y/o la mente. Y no, mirar el reloj del móvil continuamente tampoco ayuda a dormir.
- Exposición a la luz natural. La luz del día favorece el equilibrio de los niveles de melatonina, hormona que se produce en la ausencia de iluminación e interviene en el correcto ciclo sueño-vigilia.
Neurosis, problemas de atención y de memoria
Como ya hemos visto, la neurosis mueve grandes cantidades de ansiedad. La ansiedad está relacionada con los problemas de memoria y las dificultades atencionales, pues la preocupación excesiva promueve la falta de concentración. El uso de calendarios, post-its, listas, agendas y otros dispositivos de organización en las épocas de mayor ansiedad es una buena opción para contrarrestarla. Los entrenamientos para la memoria y pasatiempos también son de gran ayuda, además de los suplementos vitamínicos (a ser posible, de origen natural, como ginseng o guaraná).
Algunos consejos para mejorar la atención y la memoria
- ¡Ejercicio físico! De acuerdo, ya lo hemos mencionado arriba, pero lo recalcamos. El ejercicio tiene un gran poder para combatir la ansiedad y el estrés.
- Fuera distractores. Y el distractor por excelencia es el teléfono móvil. Al hacer una tarea y hasta terminarla, estaría bien apagarlo o dejarlo fuera del alcance. Llevar a cabo varias tareas a la vez perjudica a la atención.
- Hacer descansos. Los descansos periódicos durante el estudio y el trabajo facilitan que la mente se tome un respiro. Después, al retomar la tarea, se hará de un modo más eficiente. ¡Ojo! Sobrepasar el tiempo de descanso tampoco es beneficioso.
- Cambiar de tarea. El aburrimiento desciende el rendimiento, por lo que es aconsejable evitar la rutina.
- Música clásica. Se ha visto que escuchar este tipo de música es bueno para la atención y la concentración.
- Realizar entrenamientos mentales. Por ejemplo, entrenamientos para la memoria online, buscar diferencias entre dos imágenes, discriminar ciertos sonidos entre muchos ruidos, memorizar una imagen para luego describir los detalles, localizar una determinada letra entre varias, etc.
Tipos de neurosis
Neurosis de ansiedad
Se caracteriza por presentar preocupaciones catastróficas y ansiedad excesiva, lo que genera los síntomas fisiológicos y psicológicos que hemos tratado en el punto anterior. Puede manifestarse desde agitación moderada hasta ataques de pánico.
Neurosis depresiva
Conlleva sentimientos profundos de tristeza, desesperación y desamparo. Se suele experimentar anhedonia, baja autoestima, sentimiento de culpa, autopercepción de inutilidad, frustración, etc. Las características de esta modalidad se relacionan con la depresión o la distimia (siendo esta última una forma leve y crónica de depresión).
Neurosis neurasténica
Se manifiesta mediante fatiga, debilidad, síntomas depresivos y autodesprecio, con tendencia a una magnificación de los acontecimientos. Es frecuente que aparezca en la adolescencia tardía.
Neurosis obsesivo-compulsiva
Está caracterizada por la presencia de obsesiones, es decir, pensamientos o imágenes intrusivas y persistentes. En muchos casos, las preocupaciones son catastróficas y sin ninguna base racional. Para contrarrestar la ansiedad que estas producen, se llevan a cabo las compulsiones, que son conductas repetitivas o rituales mentales. Es frecuente que la neurosis llegue a confundirse con el Trastorno Obsesivo-Compulsivo.
Neurosis de guerra o de combate
Se conoce más comúnmente por «Trastorno de estrés postraumático» y aparece ante circunstancias muy impactantes, como aquellas que conlleven lesiones graves o muerte. Produce niveles de estrés muy intensos que suelen generar discapacidad e incluso incapacidad funcional, afectando de un modo negativo al desempeño diario.
Neurosis histérica
Actualmente es conocida como «Trastorno de conversión», ya que la energía que provoca un conflicto interno es convertida y descargada en el propio cuerpo para reducir la ansiedad. Esto genera síntomas físicos no explicables por otra condición médica, como contracturas, parálisis, entumecimiento, vértigos, incapacidad para hablar o ceguera. Detrás de estos síntomas subyace una angustia emocional más profunda.
También podemos encontrar la variante de «Histeria de disociación», donde algunos elementos de la personalidad se separan y se aíslan del resto de la psique del individuo.
Neurosis de repetición
Se intenta resolver en el presente un asunto que quedó sin concluir en el pasado. Se reproducen relaciones conflictivas previas que confirman la idea que se tiene del entorno y del mundo, lo que lleva a que esta misma realidad continúe como el individuo cree que es. A este fenómeno se le denomina Profecía Autocumplida (por ejemplo, «siempre caigo mal a los demás», «todos se ríen de mí», «la gente me trata con desprecio», etc), y consigue que los síntomas se retroalimenten (nos comportamos como creemos que nos van a tratar y al final terminamos haciendo que nos traten como tal).
Neurosis hipocondríaca
Existe una preocupación excesiva y catastrófica por sufrir enfermedades que en realidad no se padecen, ya que se interpretan de forma errónea los síntomas corporales. A pesar de las evaluaciones o palabras tranquilizadoras que se reciban, la creencia se suele mantener.
Neurosis de despersonalización
En esta variante se sufre un período de desconexión de la persona de su cuerpo y pensamientos. Esto provoca la sensación de «estar viviendo dentro de un sueño». Además, estos síntomas tienden a aparecer a la vez que los del miedo, pánico o ansiedad.
Como en la mayoría de los subtipos anteriores, afecta negativamente a la percepción, la atención, la concentración y la memoria.
Diferencia entre neurosis y psicosis
A pesar de lo parecidos que suenan estos dos términos, existe una diferencia sustancial entre ellos.
- Neurosis: La persona mantiene el sentido de la realidad y busca nuevas formas para adaptarse a ella, pues le cuesta soportarla. Se es consciente de que se padece un trastorno, y de que el sufrimiento es producto de la inestabilidad mental.
- Psicosis: La persona reinterpreta la realidad y la adapta a su imagen personal y/o delirante del mundo, experimentando delirios y alucinaciones. No se es consciente de la problemática.
Tratamiento Neurosis
Como habréis notado en todas estas líneas, prefiero hablar de «persona que sufre neurosis» antes que de «persona neurótica». Creo que es importante distinguir al individuo de su trastorno. «La persona tiene» es una mejor alternativa a «la persona es». Así, dejamos a un lado las etiquetas que convierten al individuo en un puñado de síntomas, en lugar de alguien que necesita ayuda. No hay que olvidar que es posible recuperar el equilibrio emocional y una calidad de vida aceptable.
Un diagnóstico correcto facilita elegir un tratamiento adecuado, y por ello recalcamos la importancia de acudir a un profesional. Este tratamiento dependerá en gran medida de los síntomas, la intensidad y el grado de interferencia de los mismos con la vida del paciente. En función de la especialización del psicólogo o psiquiatra, se puede abordar mediante psicoterapia, ejercicios de control de la activación, relajación, autocrítica, dinámicas de grupo, psicofármacos (por ejemplo, el uso de Benzodiacepinas para tratar la ansiedad) u otras alternativas.
¿Qué se hace en la psicoterapia?
El profesional recoge la información necesaria para elaborar una hipótesis. Tratará de esclarecer las causas que condujeron a las estrategias del paciente. Estas estrategias son un intento de protección, pero no le permiten seguir adelante. Se buscará la historia personal, la forma de ver el mundo, las emociones atascadas, las necesidades y deseos negados, y demás aspectos que contribuyen al bloqueo, a este estado emocional negativo y permanente. Al fin y al cabo, los síntomas de la neurosis cumplen la misma función que los de, por ejemplo, cualquier dolencia física: llamar la atención sobre un problema más profundo que es preciso solucionar.
Existen varias modalidades de psicoterapia aplicables al tratamiento de la neurosis, tales como la cognitivo-conductualo la Gestalt.
Psicóloga colegiada con orientación social e inquietudes literarias, dispuesta a contribuir al desarrollo de las personas. Escritora con varios libros publicados. Madrid.