Delirio y pesamientos delirantes: Tipos, trastornos, evaluación y casos reales

¿Qué son los delirios y pensamientos delirantes?, ¿cuántos tipos de delirio existen?, ¿con qué trastornos se asocian las ideas delirantes?, ¿cómo se evalúan y diagnostica este estado de alteración mental en el que se produce excitación, desorden de las ideas o alucinaciones? Conoce algunos casos reales.

Estamos acostumbrados a oír el término delirio en numerosos medios: En la televisión, en las películas, en los libros, e incluso, en conversaciones habituales que mantenemos con los demás, y a menudo, se emplea este término de forma coloquial.  En este artículo tratamos de explicar qué es un delirio, cuáles son los tipos de delirios más frecuentes que existen, evaluación y cuáles son las diferencias con otras creencias. Eva Rodriguez Weisz, psicóloga, resuelve todas tus dudas.

Delirio definicion y tipos

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¿Qué es un delirio? Definición

Los delirios constituyen uno de los temas centrales para la Psicopatología, pero centrándonos en las definiciones psicopatológicas, deberíamos empezar diciendo que no existe una definición totalmente satisfactoria y unitaria del deliro. Sin embargo, es cierto que algunas definiciones son más aceptadas, entre ellas, la definición que aporta Jaspers, la que es sin duda, la más utilizada.

Jaspers nos ofrece la siguiente definición de los delirios: “Los delirios son juicios o creencias falsas, que se caracterizan porque el individuo los mantiene con gran convicción, que tienen un contenido extraño o imposible en relación a la cultura del propio sujeto, y que no son influenciables por otros argumentos, conclusiones o experiencias irrefutables”. El mismo Jaspers, reconocía la insuficiencia de su definición para distinguir adecuadamente los delirios de otras posibles creencias y problemas. Actualmente, existen otras conceptualizaciones con la misma definición que la de Jaspers, en la que a veces aparece repetida, ampliada, y/o matizada por otros autores.

El delirio como fenómeno multidimensional. Criterios para definirlo

Para saber distinguir con precisión una creencia normal de un delirio, algunos autores han propuesto unas dimensiones que sugieren la existencia de una gama de continuos que van desde las creencias más normales o aceptadas socialmente, hasta las patológicas. Para definir los criterios conceptuales del delirio, debemos atender a este continuo:

  • Creencias modificables vs creencias inmodificables, incorregibles o con fijeza: Esta característica hace referencia al mantenimiento del delirio a lo largo del tiempo, a pesar de que haya evidencias en contra. Aunque esto supone uno de los aspectos centrales en la definición de delirio de Jaspers, algunas investigaciones más actuales apuntan que en la práctica, no se han encontrado estas características siempre, si no que puede haber grados y variaciones en la fijeza de los delirios. Por tanto, los delirios no tienen por qué ser incorregibles, en el mismo grado, aunque sí parece existir un consenso en que, los delirios son difícilmente modificables en su gran mayoría.
  • Convicción leve vs convicción intensa: Esta dimensión hace referencia al grado de convicción que tenga el sujeto sobre esas creencias. Las investigaciones más utilizadas como la de Jaspers o Mullen, defienden que en el delirio, el grado de convicción es “extraordinario” o “absoluto”. Sin embargo, evaluar esta variable puede resultar también complicado, ya que según otros investigadores, tanto en diferentes pacientes, como en el mismo paciente, el grado de convicción no es siempre absoluto si no que puede variar. Al igual que con la incorregibilidad, la convicción no siempre es igual. En el caso extremo, se considera un delirio con convicción intensa para el paciente, mientras que en otros casos, la convicción es leve.
  • Ausencia de apoyos culturales: Para que corresponda con un delirio, se debe añadir la cautela de que las creencias no sean compartidas por otros miembros de un grupo cultural, como sería el caso de las creencias religiosas o políticas. Esta cautela es debido a que, entre otras cosas, la irracionalidad de una idea viene definida en parte por el consenso social, y de ahí que los psicólogos, no deban entrar en polémicas sobre cuestiones de ideología al diagnosticar a un paciente. Esto también puede suponer un problema a la hora de aplicar este criterio, ya que muchas veces es difícil estar al tanto de las creencias de otros grupos alejados de nuestro entorno.
  • No preocupación vs preocupación: Las creencias no patológicas, aunque las mantengamos con convicción, en la mayoría de casos no nos preocupan. En los delirios, se suele señalar que los pacientes están continuamente rumiando sus ideas, y emplean buena parte de su tiempo en reafirmarlas. Esta característica no es exclusiva de los delirios, sino que también está presente en otras ideas, como las obsesivas, o las sobrevaloradas.
  • Plausible vs implausible: Esta dimensión se refiere al grado de verosimilitud y en qué medida el delirio se aparta de la realidad. Mientras algunos delirios son imposibles en cualquier circunstancia, otros podrían ser posibles en otros ambientes. Por ejemplo, si una persona trabaja en la policía secreta, y nos manifiesta que le vigilan o le pinchan el teléfono, puede ser más probable que en otros ambientes.

Tipos de delirios y ejemplos de pensamientos delirantes

El contenido de los delirios puede ser variado, y por tanto con diferentes temas en los que se expresan. A continuación, vemos un resumen de algunos tipos de delirios y ejemplos de pensamiento delirante, aunque existen más clases en cuanto a la temática.

Delirios paranoides:

El individuo piensa que una o varias personas tienen intención de causar algún daño (físico, social o psicológico) a él mismo, o a personas de su entorno. Un ejemplo claro es cuando el paciente tiene la convicción de que le quieren asesinar, envenenar, hacerle enloquecer, y perseguir hasta lograr algún daño.

Delirios de grandiosidad:

Se caracterizan por la idea delirante cuyo contenido implica una exagerada valoración del poder del paciente, habilidades especiales o una exagerada importancia a la propia identidad. Puede ser de naturaleza religiosa en la que la temática versa alrededor de figuras o elementos místicos (Dios, Jesucristo, el Demonio…), o de otras clases. Un ejemplo sería un delirio de tipo mesiánico en el que el paciente se considera un “enviado de Dios”. Los individuos megalomaníacos expresan una marcada arrogancia y una autoestima elevada, de forma exagerada. Este tipo de delirios están presentes en la manía, trastornos delirantes y esquizofrenia.

Delirios metacognitivos (lectura o robo del pensamiento):

Aquí el individuo tiene la falsa creencia de que una persona o fuerza externa controlan su voluntad o sus pensamientos. Un claro ejemplo sería cuando una persona expresa con convicción de que le pueden leer el pensamiento. Son muy frecuentes en la esquizofrenia.

Delirios celotípicos:

También son conocidos como Síndrome de Otelo, y se caracterizan porque el sujeto tiene siempre la falsa creencia de que su pareja le está siendo infiel. Este tipo de delirios son muy controvertidos, pues en algunas ocasiones esto puede suceder como creencia normal de una persona. Sin embargo, este tipo de pacientes pueden llegar a cometer actos violentos o delictivos, y los delirios son constantes y sin fundamento racional o lógico.

Delirios eteromaníacos (Síndrome de Clérambault):

Los pacientes eteromaníacos tienen la certeza de que otra persona está profundamente enamorada de ellos. Los contactos con esa persona pueden ser mínimos, o ninguno, pero el sujeto asegura que ha sido la otra persona quien ha propiciado la relación. Generalmente, esta otra persona es real, y suele pertenecer a un estatus superior al sujeto. Por ejemplo, una persona que asegura que el presidente de su país está enamorado de ella desde hace años, aunque nunca hayan tenido ningún contacto directo.

Delirios de falsa identificación:

Dentro de estos delirios, uno muy frecuente es el llamado Síndrome de Fregoli, y consiste en que la persona tiene la creencia de que otros individuos tienen otra identidad. Se caracteriza porque los pacientes se sienten perseguidos por una persona a la que creen ver en todas partes, por un sujeto que es capaz de adquirir la apariencia de alguien conocido, cambiando la cara como si se tratase de un actor. Los delirios de falsa identificación, normalmente están acompañados de alucinaciones. Ocurren en la esquizofrenia, depresión severa, o Alzheimer.

Por tanto, los delirios pueden manifestarse con diferentes contenidos, pero una característica común, es que suelen ser autorreferenciales en relación al propio paciente.

Causas del delirio o la confusión mental

Los delirios y pensamientos delirantes pueden estar presenten en una amplia variedad de trastornos psicológicos:

  • Esquizofrenia.
  • Trastornos paranoides.
  • Trastornos afectivos (depresión y manía).
  • Trastornos de la personalidad (como el paranoide, esquizotípico y el esquizoide).

Pero además, pueden aparecer delirios o pensamientos delirantes en como consecuencia del tratamiento de algunas enfermedades de origen biológico:

Diferencias con otras creencias anómalas

Hay ciertos pensamientos, como las ideas de tipo obsesivo, que comparten con los delirios la preocupación que generan en las personas las tienen. Sin embargo, los individuos que mantienen ideas obsesivas suelen reconocer lo absurdo e irracional de sus ideas, y suelen luchar para no pensar en ellas, ya que no son deseadas ni voluntarias si no intrusivas. En los delirios, se suelen mantener estas ideas sin incurrir en que sean lógicas o no.

Por otro lado, las ideas sobrevaloradas descritas por Wernicke, tienen cierta semejanza con los delirios en que se tratan de creencias que están sobrecargadas emocionalmente para el individuo, que tienden a preocuparle y a dominar su personalidad, como en el caso de los fanatismos. Sin embargo, difieren en que las ideas sobrevaloradas pueden tener cierto grado de validación consensual, y se centran sobre todo, en cuestiones sociales, políticas, o religiosas, mientras que los delirios, la temática se centra en su mayoría, sobre la propia persona.

Los delirios, evaluación y diagnóstico

Dado que los delirios pueden presentarse ya sea por trastornos mentales, o por enfermedades de origen biológico, es preciso como se señala al principio del artículo, una precisa evaluación por parte de los especialistas antes de cualquier diagnóstico.

Es importante, como en muchas alteraciones y trastornos, que el entorno más cercano del paciente, normalmente la familia, sean los primeros en darse cuenta de ciertos comportamientos y expresiones anómalas, y que por tanto, soliciten ayuda a los especialistas.

Un diagnóstico en determinadas áreas, siempre debe hacerse con mucha precaución y atendiendo al entorno del paciente de forma exhaustiva, en el cual, el consenso social muchas veces es una cuestión imprescindible para saber distinguir lo patológico, de lo que no lo es.

Un claro ejemplo de que los delirios pueden contener “verdades”, o “volverse con el tiempo verdades”, lo constituyen los delirios celotípicos. Además muchos de los clínicos pueden describir alguna experiencia en la que, lo que en principio parecía absurdo, resultó finalmente ser cierto, como en el conocido caso de Marta Mitchell.

El caso de Marta Mitchell

En Estados Unidos, el que algo cierto pueda ser catalogado como una patología, se conoce coloquialmente como el caso de Marta Mitchell, la esposa de un general americano, que fue diagnosticada de tener una patología, debido a las acusaciones que hacía sobre actividades delictivas en la Casa Blanca, hasta que se descubrió que el caso fue cierto.

Aunque esto pueda resultar anecdótico y no ocurra en la mayoría de casos y sí como excepción, es verdaderamente importante que los profesionales clínicos atiendan muchas variables y criterios en la evaluación, para ser rigurosos y no cometer errores.

Por tanto, cada vez las evaluaciones a los pacientes tratan de ser lo más óptimas posibles. En la actualidad, la mayoría de tratamientos terapéuticos -y en ocasiones, farmacológicos- muestran resultados muy positivos en la evolución de los pacientes, con altas probabilidades de éxito en la recuperación de muchos trastornos mentales, por lo que siempre que sea posible, acudir a los especialistas podrá constituir una ayuda importante.

El diagnóstico no debe ser lo prioritario, en primer lugar por el posible “etiquetamiento” innecesario a la persona, no obstante, una buena evaluación y tratamiento en manos de especialistas, siempre podrá asegurar al paciente y a su entorno, una mejora considerable en cualquier trastorno psicológico.

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