Daño cerebral: En qué consiste y qué esperar del daño cerebral adquirido
De manera general, con daño cerebral nos podemos referir a cualquier forma de daño del cerebro. No obstante, en este post vamos a delimitar más el concepto, centrándonos sobre todo en el daño cerebral adquirido.
“Desperté sin poder expresarme con palabras, y tuve que aprender a hablar y a escribir de nuevo. Hablar es muy difícil. Explicar por qué no puedes hacerlo lo es todavía más”.
Olivia Rueda, No sabes lo que me cuesta escribir esto
¿Qué es un daño cerebral?
El concepto de daño cerebral adquirido se centra exclusivamente en las lesiones ocurridas en un cerebro que se ha desarrollado con normalidad. Por lo tanto, se dejan a un lado las lesiones ocurridas en el cerebro durante la gestación o los daños en el cerebro que producen ciertos trastornos genéticos o degenerativos.
Así, el daño cerebral adquirido se puede definir como una afección en el cerebro causada por una lesión aguda de cualquier origen. Este daño ocasiona en la persona un deterioro neurológico y cognitivo que reducirá su capacidad funcional y su calidad de vida, en comparación con su situación anterior a la lesión.
Teniendo en cuenta la definición, conviene resaltar tres aspectos:
- El daño cerebral adquirido puede deberse a múltiples causas, cada una de ellas con sus características particulares.
- El inicio de este daño cerebral debe ser agudo. Esto es, debe comenzar de una forma brusca o repentina.
- Aunque la evolución es variable, para hablar de daño cerebral adquirido debe haber un déficit o una secuela consecuente a la lesión. En muchos casos, esto se traducirá en una pérdida de funciones y calidad de vida respecto al estado anterior del paciente.
¿Por qué puede aparecer un daño cerebral?
Como hemos mencionado en el párrafo anterior, las causas que pueden dar origen a un daño cerebral adquirido son heterogéneas. Las causas más frecuentes de daño cerebral son los traumatismos craneoencefálicos y los ictus. A continuación explicaremos en qué consisten estas y otras causas de daño cerebral adquirido:
Traumatismos craneoencefálicos (TCE)
Un traumatismo craneoencefálico (TCE) ocurre cuando el impacto de una fuerza externa causa un daño en el cerebro. Este impacto en el cerebro puede ser abierto o cerrado. Hablamos de TCE cerrado cuando el cráneo permanece intacto. Por ejemplo, un fuerte golpe en la cabeza sin fractura de cráneo puede ocasionar hemorragias dentro del cerebro. Por el contrario, cuando se produce la penetración de un objeto externo en el cráneo y el cerebro, hablamos de heridas abiertas. Ejemplos de situaciones que pueden ocasionar un TCE son los accidentes de tráfico, caídas, fracturas, heridas de bala…
Un traumatismo craneoencefálico también se puede producir como consecuencia de los cambios entre aceleración y desaceleración del cerebro, relacionados en la mayoría de los casos con lo que se conoce como daño axonal difuso (por ejemplo, tras un frenazo brusco en un accidente de tráfico). En estos casos, partes de las neuronas de nuestro cerebro se retuercen y se rompen, ocasionando alteraciones cognitivas en la persona.
Los traumatismos craneoencefálicos tienen una prevalencia de 200 casos entre cada 100.000 personas al año y suelen darse mayoritariamente entre personas menores de 30 años.
Al hablar de TCE, es importante tener en cuenta que el daño cerebral generalmente se produce por la suma de los daños primarios y los secundarios. El daño cerebral primario ocurre como consecuencia directa del impacto o la penetración de un objeto externo en el cerebro. Como consecuencia de esto, se pueden producir una serie de alteraciones secundarias que también generen un daño cerebral, como falta de oxígeno en el cerebro, hemorragias internas, fiebre o presión intracraneal. Estas alteraciones secundarias al daño inicial pueden ser igual de destructivas o más que el daño cerebral primario.
Accidentes cerebrovasculares (ACV)
Los accidentes cerebrovasculares (ACV) se producen por la obstrucción o la rotura de las arterias y vasos sanguíneos que riegan el cerebro.
Cuando un vaso sanguíneo o una arteria del cerebro se obstruye, dejando sin riego sanguíneo a una parte del cerebro durante un tiempo, hablamos de un ictus o infarto cerebral.
Los ictus son la segunda causa de daño cerebral adquirido, tras los traumatismos craneoencefálicos. Tienen una prevalencia de 190 casos por cada 100.000 habitantes al año. Suelen presentarse en su mayor parte en personas mayores de 65 años. Existen factores que pueden provocar un ictus, el conocerlos nos puede ayudar a prevenir.
Por otra parte, si una arteria o un vaso sanguíneo que riega el cerebro se rompe, produce una hemorragia cerebral.
Epilepsia
En el caso de la epilepsia, se produce una alteración repentina de la conducta o la percepción de la persona debido a una descarga excesiva o hiperexcitación de las neuronas del cerebro. Las características y las consecuencias que genere van a depender de la zona en la que ocurra la crisis epiléptica. Las crisis epilépticas pueden ser focales si solo involucran a un área concreta del cerebro, o generalizadas si ocupan regiones grandes del cerebro o a ambos hemisferios cerebrales.
Hay factores de riesgo asociados con una mayor probabilidad de tener epilepsia, como predisposición genética o condiciones precipitantes tales como abuso de alcohol, falta de sueño o debilitación física. Las personas que han sufrido un daño cerebral, como un traumatismo craneoencefálico, también tienen más riesgo de epilepsia.
Infecciones
Aunque es una enfermedad poco frecuente (0,4 casos por cada 100.000 habitantes al año), dentro del campo de las infecciones la encefalitis por herpes simple es una de las causas de daño cerebral más estudiadas debido a las alteraciones en la memoria que genera. Se trata de una infección por herpes simple que causa una inflamación del cerebro. Síntomas tempranos de esta infección son dolor de cabeza, fiebre o náuseas.
La encefalitis por herpes simple suele estar relacionada con un daño cerebral en los lóbulos temporales, los cuales participan muy activamente en procesos de memoria. Por lo tanto, una vez que los pacientes salen del hospital suelen tener graves problemas para almacenar información, así como para recordar hechos del pasado.
Deprivación de oxígeno: anoxia e hipoxia
El cerebro necesita el oxígeno en mayor medida que otros órganos de nuestro cuerpo. En concreto, estructuras cerebrales como el hipocampo, los ganglios basales y la corteza cerebral son especialmente vulnerables a la falta de oxígeno.
La anoxia se refiere a la ausencia completa de oxígeno. En los casos de hipoxia la disponibilidad de oxígeno es reducida, pero no hay ausencia completa. Si ambas circunstancias se mantienen un tiempo considerable, pueden producir un daño cerebral severo.
Ejemplos de situaciones en las que puede ocurrir que el cerebro se quede sin oxígeno son fallos respiratorios como apneas o deprivación de oxígeno en zonas de elevada altitud.
Tumores
La inclusión de los tumores como causa de daño cerebral adquirido es controvertida. Si recordamos la definición de daño cerebral adquirido que vimos en el primer apartado, nos encontramos que los tumores no cumplen la característica de inicio agudo o repentino, ya que se van desarrollando paulatinamente.
No obstante, varios autores abogan por su inclusión como causa de daño cerebral debido a la existencia de algunos casos de tumores primarios del sistema nervioso central con buen pronóstico, que acaban siendo eliminados por completo y que dejan unos déficits y secuelas físicas y cognitivas como las de otros tipos de daño cerebral.
¿Qué cambios podemos esperar tras un daño cerebral adquirido?
Tras un daño cerebral, la persona experimentará una sintomatología que va a depender fundamentalmente de dónde ocurra la lesión cerebral y de la gravedad de la misma. En el cerebro, hay zonas que juegan un importante papel en funciones concretas. Por lo tanto, si el área cerebral encargada de una función resulta lesionada, la función se mostrará alterada.
Con frecuencia, el DCA va a venir acompañado de alteraciones en las esferas física, cognitiva, emocional y comportamental del paciente.
- Alteraciones físicas: Los pacientes pueden ver afectados sus movimientos, siendo frecuente la pérdida de movilidad en el lado del cuerpo contrario al área cerebral lesionada, lo que se conoce como hemiparesia.
- Alteraciones cognitivas:
- Atención y velocidad de procesamiento de la información: Las personas experimentan déficits a la hora de mantener la atención a lo largo del tiempo o centrar la atención en tareas ligadas a objetivos. Además, los pacientes necesitan más tiempo para analizar y responder a la información. En la vida diaria, esto se traduce con quejas de los pacientes y los familiares a la hora de hacer las cosas como las hacían antes.
- Memoria: Las personas pueden tener problemas para aprender nueva información o adquirir nuevos recuerdos a partir del momento de la lesión (amnesia anterógrada). Es común, por ejemplo, que el paciente recuerde algo que le ocurrió siendo niño pero no consiga recordar ningún elemento de la lista de la compra para el día el siguiente.
- Lenguaje: Es frecuente que las personas tengan dificultades para encontrar las palabras tras el daño cerebral (anomia). Además, en pacientes con un daño cerebral en el hemisferio izquierdo, son característicos los problemas de lenguaje (afasia). Por ejemplo, pueden manifestar problemas en el lenguaje expresivo, con alteraciones en la fluidez e incapacidad para producir palabras. Por otra parte, pueden utilizar palabras sin sentido y perder la capacidad para comprender lo que se les dice.
- Funciones ejecutivas: Los pacientes de daño cerebral pueden presentar alteraciones a la hora de planificar actividades, solucionar problemas o seguir instrucciones. También pueden manifestar poca iniciativa, apatía o poca flexibilidad mental.
- Alteraciones emocionales, conductuales y de personalidad: Tras un daño cerebral, la aparición de problemas emocionales como ansiedad y depresión son frecuentes, especialmente en personas con daño cerebral debido a epilepsia. También puede ocurrir que las personas se muestren irritables, desinhibidas, con actitudes infantilizadas o impulsivas.
¿Hay posibilidad de recuperación tras un daño cerebral?
La rehabilitación de una persona con un daño cerebral adquirido va a depender de una serie de variables previas a la lesión (como la edad y el nivel educativo) así como de variables propias del daño cerebral (severidad, afectación y localización de la lesión) y de la rehabilitación recibida.
La rehabilitación con los pacientes de daño cerebral adquirido mejora el estado funcional de la persona y su autonomía en las actividades de la vida diaria. Hay evidencia de que los programas de rehabilitación intensivos se asocian con una recuperación funcional más rápida en pacientes con daño cerebral severo y moderado. Asimismo, hay una amplia evidencia de la efectividad de los programas de rehabilitación multidisciplinares en personas que han tenido un accidente cerebrovascular. También han demostrado su eficacia ciertas técnicas de rehabilitación cognitivas y conductuales en la rehabilitación de pacientes de traumatismo craneoencefálico.
Fases por las que pasa una persona tras sufrir un daño cerebral adquirido
El momento en el que comenzar la rehabilitación será clave, ya que se ha observado que cuanto antes se inicie esta rehabilitación, mayores efectos tendrá. Para entender mejor este proceso, vamos a detallar brevemente las fases por las que pasa una persona tras un daño cerebral adquirido y cómo se puede actuar en cada una de ellas:
- Periodo previo a la lesión: Los programas de promoción y prevención de la salud pueden contribuir a evitar que se produzca el daño cerebral, o que su repercusión sea menor. Por ejemplo, programas de prevención del daño cerebral que promuevan la adquisición de estilos de vida saludables como controlar la hipertensión y la diabetes, reducir o eliminar el consumo de tabaco y alcohol, realizar ejercicio físico con regularidad y cuidar la alimentación.
- Fase crítica: Se refiere al periodo que sigue inmediatamente a la lesión cerebral. La prioridad en esta etapa es estabilizar al paciente y minimizar complicaciones, asegurando su supervivencial. Al finalizar esta fase se valorará la capacidad de recuperación del paciente y se recomendará un programa de neurorrehabilitación adecuado.
- Fase aguda: El paciente continúa hospitalizado pero ya se encuentra estable. La persona con un daño cerebral puede comenzar a beneficiarse enormemente de un programa intensivo de rehabilitación neuropsicológica orientado a los déficits funcionales, cognitivos y conductuales tras la lesión. Esta fase suele durar unos 4 meses.
- Fase extrahospitalaria sub-aguda: La persona con daño cerebral sale del hospital y vuelve a casa. Es recomendable que a partir de este momento la persona siga recibiendo programas de rehabilitación específicos para sus necesidades de forma regular, por ejemplo en un centro de día o un servicio especializado durante, al menos, un año más.
- Fase crónica: Aunque la persona ya haya superado muchas de los déficits y haya recuperado en buena parte su autonomía funcional, en ocasiones es recomendable seguir beneficiándose de la rehabilitación y continuar trabajando de forma multidisciplinar con logopedas, neuropsicólogos y fisioterapeutas.
¿De dónde hemos sacado esta información?
Arnedo, M. Bembibre, J. y Triviño, M. (Ed.), (2013). Neuropsicología. a través de casos clínicos. Madrid, España: Panamericana. En el capítulo Neuropatología de este libro podemos encontrar descripciones de las diferentes causas de daño cerebral adquirido.
Lezak, M.D., Howieson, D.B, Bigler, E.D. y Tranel, D. (2012). Neuropsychological Assessment (Fith Edition). Nueva York: Oxford University Press. Manual de referencia que describe y explica en profundidad el daño cerebral adquirido y su etiopatogenia.
Castellanos-Pinedo, F., Cid-Gala, M., Duque, P., Ramírez-Moreno, J.M. y Zurdo-Hernández, J.M. (2012). Daño cerebral sobrevenido: propuesta de definición, criterios diagnósticos y clasificación. Revista de Neurología, 54(6): 357-366. Este artículo de revisión propone una definición para el daño cerebral sobrevenido, o adquirido, así como resume las causas y criterios diagnósticos de una manera práctica.
Alberdi, F., Iriarte, M., Mendía, A., Murgialdai, A. y Marco, P. (2009). Pronóstico de las secuelas tras la lesión cerebral. Medicina Intensiva, 33(4): 171-181. Artículo que revisa las fases por las que pasa un paciente de daño cerebral y analiza la eficacia de los diferentes tratamientos rehabilitadores.
Ariza, M., Pueyo, R. y Serra, J.M. (2004). Secuelas neuropsicológicas de los traumatismos craneoencefálicos. Anales de Psicología, 20(2): 303-316. En este artículo encontramos una valoración de los efectos del TCE y del tipo de afectación cerebral que le acompaña.
Balmaseda, R., Barroso, J.M. y León-Carrión, J. (2002). Déficits neuropsicológicos y conductuales de los trastornos cerebrovasculares. Revista Española de Neuropsicología, 4(4): 312-330. Artículo de revisión de literatura especializada en el que se pretende determinar las consecuencias neuropsicológicas de los ACV que afectan a la vida de los pacientes, junto con una clasificación de las principales arterias que pueden verse afectadas en un ACV.
Soy psicóloga sanitaria y neuropsicóloga interesada en comprender cómo funciona nuestra mente desde que tengo uso de razón. Actualmente trabajo investigando procesos relacionados con el TEA.