¿Que entendemos por conducta? Concepto, tipos y técnicas

Completa guía sobre la conducta humana: Qué es, significado, definición y concepto. ¿Cuál es la diferencia entre conducta y comportamiento? En este manual abordamos el término desde el punto de vista de la psicología. Te ayudamos a comprender los problemas de conducta en niños y adultos, los diferentes tipos y modelos de psicología que basan su intervención en la conducta del ser humano, y te damos algunos consejos y técnicas que pueden ayudarnos a disminuir comportamientos negativos y no deseables.

Conducta: Etimología, definición y concepto
Conducta: Etimología, definición y concepto

Definición de Conducta: Qué es, significado y concepto

¿Qué es la conducta humana?  Este concepto hace referencia a la manifestación de nuestro comportamiento. El término conducta humana se utiliza para describir las diferentes acciones que ponemos en marcha en nuestra vida diaria. La conducta se puede definir como la realización de cualquier actividad en la que esté implicada una acción, o un pensamiento o emoción.

Las personas en todo momento, de una manera u otra, llevamos a cabo una conducta. Por ejemplo, aunque estemos callados pensando, observando, resolviendo un problema mentalmente, etc… nos estamos comportando de alguna forma. La ausencia de conducta no existe; este término se refiere tanto a lo que hacemos, como a lo que pensamos y sentimos.  La conducta humana lo engloba todo (lo emocional, lo cognitivo, motor…)

La RAE define la conducta como la “manera con la que los hombres se comportan en su vida y acciones“.

Este término puede analizarse diferentes ángulos. La psicología aborda la conducta desde el punto de vista de los mecanismos que influyen en nuestro comportamiento y los aspectos mentales que determinan nuestras acciones. La conducta en psicología es muy importante, puesto que nos da mucha información sobre la persona y nos permite actuar sobre los diferentes estímulos que pueden desencadenar el comportamiento o la conducta en sí misma y sus consecuencias.

La conducta o el comportamiento puede ser:

  • Conducta observable o manifiesta: Dentro de este grupo aparecen nuestras acciones y movimientos físicos-motores y las reacciones fisiológicas de nuestro cuerpo. Como por ejemplo, cuando nos sonrojamos, sudamos, etc…
  • Conducta encubierta: En este grupo se engloban las conductas referentes a pensamientos, emociones o sentimientos como pueden ser el miedo, la preocupación la alegría, felicidad, etc… Es decir, comportamientos observables por la propia persona.

Hay diferentes trastornos o patologías cognitivas que pueden estar muy relacionadas con nuestra conducta y comportamiento.  Por eso, es esencial conocer en profundidad nuestro funcionamiento cerebral, nuestras fortalezas y debilidades. cada vez se utilizan mas evaluaciones neuropsicológicas. . Cada vez mas familias y psicólogos educativos aplican innovadores test neuropiscológicos clínicos para detectar el funcionamiento cerebral de niños y alumnos e identificar si están en riesgo de padecer algún trastorno del neurodesarrollo como el TDAH o la Dislexia. Este último permite realizar un completo screening cognitivo, y evaluar online el índice de riesgo de presencia del Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad y su subtipo con una excelente fiabilidad. Estas herramientas son altamente accesibles para niños a partir de 7 años y permiten obtener un completo informe explicativo con el funcionamiento cerebral y el índice de riesgo del alumno.

Diferencia entre conducta y comportamiento

En muchas ocasiones, cuando hablamos de algo o sobre alguien, damos referencias y adjetivos sobre su forma de ser. “Es una persona amable”, “Es una persona egoísta”, “Es atenta, simpática, etc..” Esta forma de expresarse, no es si no un atajo para explicar que alguien se comporta de una forma consistente (casi siempre igual) y orientada hacia ese objetivo. Así es que, si Juan es una persona amable, esto es debido a que su tendencia comportamental (modo de actuar) gira entorno a la amabilidad.

Para entender esto mejor, te propongo que pienses en una persona que consideras cariñosa. ¿Qué conductas hace para que pienses eso de el/ella?. Puede ser que sonría a menudo, hable pausado, tenga un tono de voz melodioso… A lo mejor toca a las personas cuando habla, utiliza palabras de apoyo o asiente cuando escucha.

Pues así es como entendemos el comportamiento humano. Relacionamos las conductas independientes con el sujeto que las realiza y las características de su entorno.

Diferencias entre conducta y comportamiento: El comportamiento se puede entender como una macro-clasificación de conductas. Es decir, como el conjunto de todas las conductas que puedan darse. El comportamiento se puede englobar en pequeños grupos de conductas en función de sus características. Una persona tiene un comportamiento amable, cuando en sus conductas diarias utiliza palabras cariñosas, sonríe, te presta atención etc..

Por ejemplo, el comportamiento humano, es distinto que el comportamiento animal. O el comportamiento en niños, comportamiento en clase, comportamiento social. Todos ellos engloban conductas propias de esas circunstancias o de esos sujetos.

Tipos de conductas

Al hablar de un concepto tan amplio, podríamos hacer clasificaciones muy diversas de los tipos de conducta que podemos encontrarnos.  En este artículo desarrollaremos los tipos y clasificación de conductas en función de cómo nos relacionamos con los demás.

Conducta de tipo agresivo

Es una de las clases de conducta más fácil de identificar. Muchas conductas agresivas que realiza el ser humano, son heredadas de nuestros antepasados, puesto que tenían un propósito evolutivo muy útil. A lo largo de la historia las conductas agresivas se utilizaban para advertir a posibles enemigos de que estaban invadiendo propiedades, sobrepasando límites, defender posiciones de poder… En general, defender derechos.

Las conductas de tipo agresivo están relacionadas con acciones como: elevar la voz, tensar los músculos faciales, apretar puños… Hoy en día cunado alguien experimenta conductas de tipo agresivo pensamos que está fuera de control o que está teniendo reacciones desproporcionadas o fuera de lugar.

Esta clase de conductas, a menudo, es considerada mala conducta, si se produce de forma estándar, cotidiana y ante cualquier situación. Por ejemplo, sería oportuno defenderse y luchar ante un ataque físico de otra persona, ¿pero qué pensaríamos de dos personas que están debatiendo y al no llegar a un acuerdo, comienzan a agredirse físicamente? La misma conducta puede resultar coherente o no, en función de la situación.

Conducta de tipo pasivo

Este tipo de conductas son propias de personas que huyen de los conflictos. Son los que “nunca dicen no”, “no dan una voz más alta que otra”, toleran mucho y se comportan de una manera más sumisa.

Utilizan mucho el  “no pasa nada”, “no importa“, … Si le preguntas a sus compañeros de trabajo, serían los que siempre están dispuestos, hacen muchas horas extra y se quedan a trabajar más de lo que toca. Muchas veces buscan agradar al resto, pero por lo general, el objetivo va más enfadado a que se conserve un buen ambiente, libre de discusiones y conflictos. Para ello, toleran más que el resto de personas. El mayor inconveniente de emitir este tipo de conductas de una forma habitual, es que, otras personas se aprovecharán de esto. 

Conducta de tipo asertivo

Las conductas asertivas son aquellas que en nuestra sociedad consideramos como las más aceptadas y adecuadas para relacionarnos con los demás. Sin embargo, como hemos visto, no todo el mundo sabe ser asertivo.

Las conductas de tipo asertivo, engloban una habilidad que, adquirida de forma temprana, seria un medio preventivo para que no se desarrollen las conductas disruptivas en niños. Sin embargo, pueden adquirirse después también, para paliar el problema. Podría ser una forma de ayudar a los jóvenes/adultos con problemas de conducta o conductas inadecuadas.

¿Cómo contribuye enseñar a un niño a ser asertivo en que se comporte bien?, ¿es posible que la asertividad ayuda a los jóvenes adultos con problemas de conducta?

Cuando intervenimos con niños, con jóvenes, incluso con adultos, es recomendable partir con una mente abierta y desde la perspectiva de que la persona que tenemos en frente, no es asertiva porque no sabe, no por qué no quiera. Se debe explorar qué tipo de respuestas conoce y cuales utiliza en cada contexto. Descubre algunas técnicas de asertividad:

1- Enseñar a argumentar:

  • Cuando los niños tienen que adquirir este tipo de habilidades, los adultos juegan un papel fundamental. Por ejemplo, si un niño pide algo y el adulto se lo niega de una forma asertiva, clara, calmada y en base a unos argumentos, el niño irá integrando este modo de respuesta. Si por el contrario, optamos por irritarnos, gritar, imponer… “por que lo digo yo y punto”, no podemos esperar después, que el niño no tenga rabietas, pataletas y chille para imponerse, puesto que ha observado que para conseguir lo que quiere, tiene que imponerse.
  • Cuando interactuamos con jóvenes u otros adultos, también se modela. Nuestras neuronas espejo juega un papel muy importante en este aspecto. Por ejemplo, piensa en como has actuado tú en alguna discusión ¿has acabado levantando la voz sin darte cuenta, a la vez que la otra persona?, ¿te has cerrado enfadado la conversación porque no tenías argumentos para continuar?. Los estados de ánimo tienden a contagiarse, por eso te invito a que en tu próxima discusión acalorada, centres tu atención en hablar pausado y bajito cuando tu “rival” levante la voz. A ver que pasa.

2- Aprende a aceptar los argumentos de otros:

Seguimos modelando conductas y comportamientos. Si nos encontramos en un conflicto de ideas y opiniones, te ayudará más escuchar lo que el otro tiene que decir que defender tan fuertemente lo tuyo ¿por qué? Piensa, por un lado, que te está aportando cosas nuevas y por otro lado, que así conseguirás que te escuchen a ti.

  • En el ámbito familiar, nuestros hijos observarán qué hay que hacer cuando hay un intercambio de opiniones. Tenemos que recordar que en un debate es una “discusión” de opiniones, no de personas. Por tanto, no es tan importante quien encuentre la solución correcta, si no encontrarla y obtener el mejor resultado. Si tu hijo, pareja, tu amigo, el vecino, ha encontrado la mejor solución, ¡reconóceselo! Ambos saldréis ganando. En el caso de los niños, además, conseguirás que adquiera el hábito de escucha y la capacidad de valorar las opiniones de los demás, viendo como se tolera frustración e integrando que no siempre se tiene la razón, pero no pasa nada. De este modo evitaremos gritos, enfados y conductas verbalmente agresivas.

3- Aprende a hacer y recibir críticas:

  • En el ámbito infantil: Los adultos tenemos que aprender a hacer críticas hacia el comportamiento de los niños, explicando por qué lo que está haciendo el niño no es correcto y una forma de mejora. Incluso podemos darle la oportunidad al niño de que elabore una mejora de forma autónoma. ¡Y no solo eso! Los niños tienen una creatividad y originalidad desbordante. Podemos preguntarles su opinión al respecto de ciertos temas y así, entrenar con ellos la asertividad.
  • Los adultos, a menudo, tienen miedo de hacer daño al otro, por otro lado, consideramos injusto que el otro no tenga esa consideración con nosotros “¿pero qué se habrá creído?. Una crítica bien hecha, con la intención de ser constructivos, ayudar a la persona a mejorar y sin juicios de valor, no tiene por qué dañar. Eso es algo que tenemos que aprender y asumir ¿cómo? Quitando la intencionalidad negativa que le otorgamos a la otra persona. Si nos duele, es porque interpretamos que la otra persona quiere fastidiarnos, hacernos de menos, piensa que no valemos… y entonces recibimos esos comentarios como fatales, dañinos y hasta humillantes. Si trabajamos con esto, aprendemos a tolerar y pensamos en el contenido real de las críticas que nos hacen, nos ayudará a responder de una forma más social. Nos ayuda a evitar conductas de rabia, odio, venganzas posteriores, incluso insultos o enfrentamientos.

Problemas de conducta en niños ¿Cuáles son los trastornos de conducta más habituales en niños y adolescentes?

Muchos de los trastornos de conducta que se dan en los adolescentes, se gestan en la infancia, ocasionando después problemas de conducta en el aula, en el colegio.

Muchos son los factores que han sido relacionados con la  aparición y posterior desarrollo de los trastornos de conducta. Si tomamos con referencia los trabajos de estudio realizados por Máximo Aláez Fernández, Rosario Martinez Arias y Carlos Rodriguez-Sutil, desde la Universidad Complutense de Madrid:

  • Sexo y Edad: Cuando hablamos de niños hasta los 10 años, los trastornos de conducta son más frecuentes en niños que en niñas, sin embargo en la adolescencia, esta diferencia no resulta significativa. En cuanto a estos trastornos, en chicas es más frecuentes que se den los trastornos por ansiedad, depresivos y de alimentación y en chicos, los trastornos en los que predomina la hiperactividad, falta de atención y conductas impulsivas. Estos últimos irán más relacionados con mal comportamiento en clase y en casa.
  • Familias desestructuradas: Tomando como referencia el artículo de investigación del Dr. Nilo Valentín Noroño Morales, Dra. Regla Cruz Segundo et al. se observa que las características más significativas como influyentes en los niños (9-11 años) con manifestaciones agresivas eran el consumo de alcohol por los miembros de la familia, sentimiento de rechazo en los niños, manifes taciones agresivas por parte de las figuras de autoridad, bajo nivel cultural y falta de vínculos laborales.
  • Patrones de crianza: En el estudio realizado en la Universidad de la Sabana, con niños de 7-11 años, se comprobó que afectaba notablemente en el comportamiento de los niños la forma en la que los educaban sus padres y los tipos y estilos de apego. Siendo más favorable que se establecieran normas básicas con el niño, directrices claras y acuerdo en las decisiones que tomaran las figuras de autoridad.

Conductas disruptivas en niños y adolescentes

¿Qué son exactamente las conductas disruptivas?, ¿cómo identificamos conductas disruptivas?. No hay una clasificación universal, puesto que lo que definimos como disruptivo en nuestra cultura, de alguna manera, puede no serlo en otra. Sin embargo, a lo largo del artículo nos basaremos en lo que se considera poco adaptativo y/o disruptivo en la cultura occidental.

Por lo general, hablamos de conducta disruptiva para hablar de acciones que “están fuera de lugar”. Que no son apropiadas y que provocan un daño o perjuicio a las personas que están en el mismo entorno que el actor de dicha conducta (incluso a si mismo).

Por ejemplo, en niños, algunas son gritar, tener pataletas, pegar a otro, escupir, levantarse en medio de clase, tirar comida, dar conductas impulsivas, desafiar a la autoridad (padres, madres, profesores). En adolescentes, hablaríamos de conductas más elaboradas, que en su mayoría, se han ido consolidando a lo largo de su desarrollo. Por ejemplo, tomar drogas, destruir material escolar o urbano, formar parte de bandas organizadas, meterse en problemas con otros colectivos, conductas desafiantes, plantarle cara a la autoridad.

La palabra disruptiva, en realidad, significa romper. Hablamos de  comportamientos que tienen los niños que rompen con el equilibrio, la tranquilidad, lo socialmente aceptado.

Cuando oímos a un adulto decir “es que se porta fatal”, “ui, que niño más malo”, “es un trasto”, estos comentarios pueden hacer referencia a un niño que lleva a cabo conductas disruptivas.

Es importante que se trabaje en la disminución de este tipo de conductas, puesto que los aprendizajes adquiridos en la niñez, aunque no sean determinantes para toda la vida, si que constituirán una base bastante sólida sobre el estilo de afrontamiento de esa persona en su adolescencia y posteriormente, en su adultez. Bien es así, que se puede prever en estos niños, la  tendencia a desembocar en jóvenes con problemas de conducta si no se toman medidas.

Problemas de conducta en adultos ¿Cuáles son los trastornos de conducta más habituales en adultos?

A lo largo de este apartado, cuando hablo de trastornos de conducta en adultos, busco referirme a formas de actuar en las que predomina la falta de autocontrol en las conductas que se dan, siendo en su mayoría agresivas, impulsivas, explosivas y dañinas.

Hay emociones, que pueden llegar a alcanzar intensidades muy elevadas, siendo muy difícil de controlar. Más aún si a lo largo de los aprendizajes de vida y el desarrollo evolutivo de estas personas no se han adquirido las habilidades necesarias para afrontarlas con éxito. Hablamos por ejemplo, del enfado, de la ansiedad, de los celos.

Se trata de emociones que van acompañada de reacciones fisiológicas muy potentes y rápidas. Pueden poner al individuo “a cien” en cuestión de segundos.

Cuando no somos capaces de controlar el efecto que alguna de estas emociones provoca, puede desembocar en conductas rápidas. El procesamiento de la información compleja no se realiza de una forma eficaz, siendo así que la toma de decisiones se ve afectada y parece que reaccionamos “por instinto”. Lo que ocurre es que se llevan a cabo las conductas más sencillas de ejecutar, más simples y básicas. Serían las que antes hemos integrado en nuestro desarrollo evolutivo, por lo que llevan en nuestro repertorio conductual desde que somos pequeños. De ahí que en muchas ocasiones se diga “se comporta como un niño”.

Ese adulto busca  responder lo más rápido posible ante la situación y reacciona de manera impulsiva. Por ejemplo, ante un ataque de enfado, si ese adulto no ha adquirido habilidades para manejar una situación de enfado como esa, lo más fácil sera propinar golpes a lo que tenga más cercano.

Cuando estas formas de actuar impulsivas y poco adaptativas son la forma cotidiana de proceder, hablamos de trastorno de conducta. Se establece un patrón de respuesta típico en esa persona que afecta a las diferentes áreas de su vida. Los trastornos de conducta afectan tanto a las personas que están a su alrededor como, en muchas ocasiones, a sí mismo.

Diferentes tipos de trastorno de conducta:

  • Enfado patológico: Personas que se enfadan mucho o muchas veces. Siendo su respuesta habitual para todo y ocasionado sufrimiento a las personas de su entorno y así mismo.
  • Trastorno antisocial: Se trata de personas que utilizan sus habilidades y recursos para manipular al resto y así, obtener su máximo beneficio. No repara lo más mínimo en los efectos que estas conductas puedan tener en las personas que le rodean, si él obtiene el objetivo o beneficio planteado
  • Celos patológicos: Los celos tienen una gran parte de su base en la forma de pensar. Los pensamientos de duda, de desconfianza, la baja tolerancia a la incertidumbre, el qué pasará. Además de otros factores como la autoestima, el auto-concepto y la confianza. Una persona, puede experimentar una reacción de activación muy elevada por la presencia de este tipo de pensamientos, llevando a cabo conductas totalmente impulsivas y desafortunadas. Hay ejemplos en los que se produce maltrato psicológico o incluso físico hacia la pareja por motivo de celos.

Técnicas para disminuir conductas negativas o no deseables: Reemplazar las conductas inadecuadas por otras adecuadas

Este punto es bastante importante, no solo para modificar la conducta en niños, si no también en nuestras relaciones de pareja, en el trabajo, compañeros, amigos…

Técnica de Extinción

A menudo, pasamos por alto las cosas buenas que hacen los demás, porque nos acostumbramos. Adoptamos una actitud, a menudo sin darnos cuenta, de que lo que tenemos, al ser estable, no puede desaparecer. Incluso que tenemos cierto derecho a recibirlo. ¿A que me refiero? A situaciones tipo como: “nuestra amiga siempre escucha pacientemente cuando nos sentimos mal”, “nuestra pareja va a buscarnos siempre a la salida del trabajo”, “siempre tolera mi fuerte carácter”, “mis hijos siempre llegan a casa a la hora que se les indica, recogen su plato después de cenar,te dan un beso antes de acostarse”.

Cuando estas conductas se repiten, dejamos de prestar atención, pasan inadvertidas y se convierten en una regla general, perdiendo valor.

Invertís esfuerzo y tiempo en realizar una conducta, como por ejemplo, preocuparte por alguien, hacer la comida todos los días para todos, pedir el plato preferido de tu pareja en lugar del tuyo. Hay mil cosas que ocurren, que parecen insignificantes pero que “¡es que parece mentira!, “nunca está contento/a con nada”, ¡no valora nada de lo que hago!, ¡si lo sé, ni me molesto!.

Sin siquiera saberlo, estamos ante una técnica para disminuir conductas. Hablamos de la Técnica de Extinción. Lo correcto sería utilizarlo para las conductas que de otros que queremos disminuir. ¿Cómo lo hacemos? Dejamos de prestarles atención y como la otra persona percibirá que no obtiene ningún resultado, poco a poco dejará de repetirlo.

Cuando los niños tienen pataletas ¿qué quieren? En primer lugar, causar malestar a los padres y así llamar la atención; en segundo lugar, llevar la razón. A pesar de ser muy muy complicado por parte de los padres aguantar el chaparrón, sería lo más recomendable para terminar con las rabietas.

Técnica de Castigo

El castigo está a la orden del día. Sobretodo papás y mamás desbordados “¡castigado sin tablet!, ¡castigado sin móvil!, ¡castigado sin fútbol!…”. 

Pero no solo ocurre en este ámbito. El ser humano, es verdaderamente castigador, y somos expertos en proporcionar castigos. Los castigos, como se entienden en psicología, pueden ser tangibles (restringir el uso de objetos), pero también pueden ser verbales “se va a enterar, voy a hacerle lo mismo para que vea”, “eres un idiota, no sirves para nada”, “te odio”, “no te soporto”, “es que no me quieres, me tratas fatal”.

Los castigos, pueden ser eficaces a corto plazo para disminuir conductas indeseadas en los demás, sin embargo, a largo plazo pierden efectividad y aumentan rabia y frustración en la otra persona. Es más recomendable utilizar la extinción y contrarrestar con las técnicas que aumentan conductas deseadas que veremos más adelante.

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Técnicas para aumentar conductas deseadas y el buen comportamiento

En uno de los puntos anteriores, hemos visto como disminuir las conductas que provocan un mal comportamiento y que no queremos que se den. Pero no sólo vale con eso. Es necesario que estas se sustituyan por otras, para que no quede un vacío y la persona en cuestión sepa qué es lo que debe hacer.

Para el ser humano, el lenguaje ha ido cobrando una importancia absoluta. Las comunicaciones vienen y van, a velocidades de vértigo, transportando la información por las redes allá donde vayamos. La información de las comunicaciones nos influye constantemente, en nuestro estado de ánimo, en nuestra conducta, en nuestro comportamiento, relaciones personales, trabajo, gustos, tendencias… En fin, es omnipotente.

Sin embargo, a nivel individual, muy pocas veces aprovechamos el poder de la comunicación. Estoy hablando de los refuerzos verbales. Es necesario saber tener detalles lingüisticos con los demás. Muchas veces, el reconocimiento a través de un sincero “¡vaya!, qué bueno eres! “Estoy muy contento de lo bien que lo has hecho!”, un toque en el hombro, un “gracias”, “me gustas”, es de lo más efectivo.

Técnica de refuerzo positivo

Es la técnica más barata, más rápida y más sencilla. Decirle a la gente las cosas que nos gustan, de una forma realmente sincera. No nos confundamos, no consiste en decirle a la otra persona lo que quiere escuchar. No, no. Decimos lo que nos gusta a nosotros respecto a su conducta, puesto que si para esa persona es importante nuestra opinión, volverá a repetirlo.

Muchas veces, se utiliza como refuerzo un regalo, una recompensa material, para provocar un aumento de la conducta en el otro. A menudo regalamos y ya está, y nos olvidamos de acompañamos el regalo con un por qué. ¿Hace falta un por qué para regalar? Solemos pensar que no, pero acompañar un regalo con una explicación de por qué hacemos ese regalo potencia su fuerza y significado. Piensa en el último regalo que hiciste. ¿a quién?, ¿que te motivo a hacerlo?.

Regalamos porque estamos agradecidos por cómo nos trata la otra persona, porque nos entiende, porque nos apoya, porque nos hace sentir orgullosos, porque nos gusta que nos salude por la mañana, porque queremos felicitarla, porque es trabajador/a, cocina de maravilla… o por que nos sentimos estupendamente en su compañía. Pero no lo decimos.

Te propongo un juego-experimento: jugar al detective. Se trata de buscar cosas que la otra persona hace y que nos gustan y decírselo. Es sorprendente lo poco acostumbrados que estamos a que los demás se fijen en nuestros esfuerzos y logros que la “victima” del juego, se sorprenderá. “¿qué te pasa?, ¿que raro estas?, ¿qué quieres?”. Si lo intentáis, tiene que aplicarse el refuerzo lo más pronto posible después de la conducta que queréis que repita, para que sea más eficaz.

Técnica de contratos o acuerdos

En las relaciones sean del tipo que sean (personales, con pareja, amigos…) siempre hay contratos implícitos. Se crean a través de repetir conductas de forma sistemática.

Por ejemplo, en una familia de varios hermanos puede suceder que siempre sea uno de ellos el encargado de hablar con el padre o la madre ante una situación importante. En una pareja uno de los miembros sabe que no hay que hablarle mucho al otro cuando está recién levantado, etc…

En estos casos, no hace falta comunicar de una forma explícita que es lo que le gustaría a uno y a otro, si no que de alguna manera, se interpreta, se asume y se conoce. Pero en muchas ocasiones, es necesario que exista comunicación. Que ambos miembros de la relación interpersonal hablen y establezcan sus preferencias y objetivos. A partir de aquí, se puede establecer una negociación para que ambas partes de la relación queden satisfechas de alguna manera.

Modelos de psicología basados en la conducta

La psicología es una ciencia que estudia la conducta y el comportamiento humano a través de diferentes modelos y/o paradigmas. Cada profesional, en base a su “forma de entendimiento”, se especializa en un modelo u otro, para después, poder intervenir a sus pacientes.

Bien, cada modelo gira en torno a unas premisas para explicar los mismos fenómenos, pero desde diferentes prismas y dotando de mayor importancia o menor cada factor. Por ejemplo:

Modelo conductista

Su punto de partida es que la conducta es el más importante punto de referencia. La conducta sería lo más tangible y observarle. Exactamente lo único que nosotros podríamos ver y por tanto, medir.

Este modelo defiende que solamente podemos utilizar las conductas que vemos, para poder medir, de forma clara y concreta, el comportamiento del ser humano. De este modo, el comportamiento humano se explica a través de una serie de conductas que dan las personas y las consecuencias que obtienen con ellas.  Por ejemplo, “si yo cruzo un semáforo en rojo, me pilla un coche, por tanto, esperaré a que se ponga en verde”.

Fue un movimiento totalmente imprescindible para la explicación del aprendizaje. Por ejemplo, Pauvlov, hablaba del aprendizaje clásico, basado en que las circunstancias del entorno, los estímulos, pueden ser “condicionados”. Esto significa, que pueden tomar un matiz para la persona que los vive, en función de las sensaciones que despierta en él.

Para verlo claro, se puede consultar el interesante experimento de los perros de Paulov, en donde vemos que tras darles comida acompañada del sonido de una campana, los perros condicionaron la campana con la comida, siendo así, que al escuchar esa campana, salivaban aunque no hubiera comida.

Skinner es otro de los psicólogos importantes en esa línea. Introdujo el conductismo radical, centrando su atención en la importancia de las consecuencias de la conducta para que se produzca el aprendizaje.

Es muy conocida la caja de Skinner. Donde experimentaban con ratas. Les hizo aprender que tenían que apretar una palanca (conducta) para recibir comida (consecuencia).

Modelo congnitivo-conductual

Este modelo es el que añade a la ecuación el valor del pensamiento. La cognición. El individuo no solamente responde a los elementos que le presenta el entorno, si no que además, procesa.

Se le da un papel fundamental a las interpretaciones, puesto que en función de la explicación o interpretación que le da la persona a los elementos del contexto, se sentirá de una forma concreta y emitirá una conducta u otra.

Por tanto, en este sistema, lo que pienso, siento y hago, afectará a lo que pienso, siento y hago y todo esto, interactuará con el entorno.

Dentro de este modelo podemos introducir el tipo de aprendizaje por modelado de Bandura. Se diferencia del condicionamiento clásico en que estamos introduciendo la variable de interpretación y decisión de las personas de imitar y reproducir la conducta aprendida a través del modelado.

Conducta prosocial

Partiendo de la definición que plantea Mª Dolores González Portal, profesora de la Universidad Complutense de Madrid (Premio Nacional de Investigación del Ministerio de Educación y Ciencia en 1983), podemos entender por conducta social, cualquier acción acción que, al llevarse a cabo, beneficia a una o más personas y hace que la sociedad funcione mejor. Independientemente del deseo de la persona de obtener un beneficio añadido para sí mismo.

Esto es lo que diferenciaría la conducta prosocial del altruismo, en donde, en principio, la conducta va orientada solamente a ayudar a los demás, sin buscar el propio beneficio.

Ya en 1908, William McDougall utiliza este término en su Manual Introductorio de Psicología Social.

En 1964, tuvo lugar el suceso de  Kitty Genovese, mujer que fue asesinada en el portal de su casa. Aunque hubo 38 personas que observaron el asesinato, solo uno llamo a la policía media hora después del suceso, por lo que no se pudo evitar que Kitty muriera. En este punto, la investigación sobre las conductas prosociales arrancó, con el punto de mira de poder responder ¿por qué ayuda el ser humano a otros humanos?, ¿qué le motiva?.

Darley y Latené comprobaron mediante experimentos lo que después denominarían el efecto espectador, siendo que cuantas más personas hay en un mismo momento, más tiempo se tarda en solicitar ayuda. Una explicación de esto es que se produce un desplazamiento de la responsabilidad “ya llamará alguien”, “seguro que ya han llamado”. Sin embargo, cuando uno se encuentra “solo ante el peligro”o asume la responsabilidad o estará claro que si algo malo ocurre, fue porque el mismo no actuó.

Al final, las conductas prosociales se adquieren del mismo modo que las demás conductas que hemos ido viendo a lo largo del artículo.

Mediante aprendizaje, socialización, adquisición de valores sociales, responsabilidad social, empatía.

Como comenté al principio, la conducta es un término iceberg, donde se puede sacar muchísima información. Espero que te haya resultado interesante y de ayuda el análisis. Como siempre, te animo a que comentes abajo, preguntes o aportes algún otro dato o curiosidad.

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