El cuerpo habla cuando la mente calla: Qué es somatizar, por qué somatizamos y claves para evitarlo
Somatizar: La expresión física del malestar psicológico. Es posible que conozcas algún caso, incluso que te pase a ti mismo/a. Dolores y malestar físico que se suceden sin ninguna explicación médica identificable. Síntomas recurrentes e injustificables que influyen muy negativamente en la vida de quién los padece. Mairena Vázquez, psicóloga, te explica qué es somatizar, que personas son más propensas a tener problemas de somatización, cuáles son los síntomas más frecuentes que se pueden encontrar y por último, te informa sobre algunas claves para evitar somatizar y cuál es el mejor tratamiento. ¡Sigue leyendo!
“Todas nuestras emociones se inscriben al nivel del cuerpo”(Boris Cyrulnik).
¿Qué es la somatización?
Como decía Juvenalis, “la salud mental y la física van siempre de la mano”.
Según la Real Academia Española somatizar puede definirse como transformar problemas psíquicos en síntomas orgánicos de manera involuntaria.
Se pueden producir enfermedades psicosomáticas bien por estrés, problemas emocionales o emociones negativas.
Actualmente, la mayoría de las personas vivimos corriendo de un sitio para otro lo cual nos produce mucho estrés, solemos tener muchos problemas emocionales (ansiedad, depresión, problemas familiares,…) y estamos rodeados de emociones negativas (rencor, celos, envidia,…).
Los síntomas físicos que se generan cuando tenemos niveles altos de estrés y/o problemas emocionales producen dolores aparentemente inexplicables de abdomen, cabeza, náuseas, vómitos, problemas gastrointestinales,… que provocan dificultades a nivel laboral y social. Esto se conoce como somatización.
Somatizar es la expresión física del malestar psicológico. No es un problema mental, sino consecuencia de la relación entre mente y cuerpo.
Quizás lo veamos mejor con un ejemplo:
Pongámonos en la piel de Juan. Juan lleva un tiempo sintiendo dolores de estómago, diarreas, gases,… sobre todo en épocas en las cuales por su situación laboral y familiar se encuentra más estresado. Trabaja de día y de noche para poder mantener a su mujer e hijos. Además su situación familiar está muy deteriorada pues mantiene peleas constantes con sus hermanos y padres, lo cual le genera un gran agotamiento. Es muy exigente consigo mismo e incapaz de pedir ayuda aún cuando sabe que no puede más.
Todas estas emociones negativas afectan al día a día de Juan, y hacen que esta situación le produzca síntomas físicos sobre todo en el área digestiva. (Cada uno de nosotros tenemos algún punto más débil en nuestro cuerpo y es ahí donde la tensión ataca.)
El cuerpo se encarga de expresar las emociones que sentimos. Cuando las emociones no pueden ser expresadas, son somatizadas.
Dicho de otro modo, el conflicto psicológico a veces se transfiere al cuerpo para que sea resuelto sin sufrimiento psíquico.
A las personas se les hace complicado aceptar que es nuestra mente la que genera esa alteración. El problema aumenta cuando estas personas son diagnosticadas y tratadas con diversos fármacos dejando de lado por completo el importante papel que juegan los psicólogos en estas consultas.
Los fármacos (analgésicos, sedantes,…) pueden generar dependencia en las personas que padecen trastornos de somatización y síntomas psicosomáticos agravando aún más el problema.
Otro modo de somatizar se produce al escuchar las valoraciones del médico. De una manera inconsciente se somatizan los síntomas y se produce una enfermedad transformando el conflicto mental en un conflicto psíquico. Roberto Salazar (médico) dice lo siguiente: “Al escuchar la explicación, comienzan a preocuparse y a sentir que el organismo está en riesgo de enfermar, aunque la realidad es que es poco probable que contraigan un padecimiento”.
Pongamos un ejemplo para entenderlo mejor…
Imagina que has comido algo que te ha sentado mal y empiezas a tener náuseas, diarrea y dolor de estómago. Empiezas a buscar información sobre lo que sientes en ese momento y encuentras un sinfín de enfermedades. Automáticamente tu mente asimila que tienes una enfermedad y notas como parece que cada vez te sientes peor físicamente. Es en este momento cuando tu cabeza te está diciendo que estás enfermo y te lo estás creyendo.
Qué personas son propensas a somatizar
Existen ciertos rasgos de la personalidad y determinadas situaciones que hacen que algunas personas tiendan a tener más problemas de somatización que otras. Entre ellos podemos encontrar:
- Rasgos de personalidad determinados como una alta afectividad negativa (personas muy propensas a experimentar ansiedad e insatisfacción personal), egocéntricas y dependientes en sus relaciones sociales.
- Suelen ser personas muy negativas, pesimistas y con tendencia al catastrofismo.
- Ocurren más frecuentemente en mujeres aunque varía en función de las culturas.
- Somatización y estrés suelen ir unidos.
- Se puede producir en personas con las defensas bajas ya que pueden sentir que no poseen el control sobre su cuerpo y les hace sentirse más vulnerables a enfermar o a estar enfermos.
- Se han observado muchos casos de somatización en personas que padecen algún trastorno psicológico como ansiedad y/o depresión.
- Frustración al haber realizado determinadas pruebas diagnósticas y haber recurrido a diferentes tratamientos sin encontrar explicación a su problema.
Somatización: Cuáles son los síntomas
Según diversos estudios, cientos de personas acuden a hospitales con diferentes problemas gastrointestinales, sexuales, respiratorios e incluso neurológicos causados por somatización. En estas personas no existe un cuadro exacto de enfermedad ni tienen agentes infecciosos pero presentan unos síntomas que les producen malestar y sobre todo, preocupación.
Son muchos y muy variados los síntomas que padecen las personas con problemas de somatización. Algunos son tan graves que pueden desencadenar algunos problemas físicos como los siguientes:
- Síntomas gastrointestinales: diarrea, hinchazón, intolerancias alimentarias, dolores abdominales, flatulencias, úlceras en el intestino y estómago,…
- Síntomas sexuales: pérdida del deseo sexual, anorgasmia, falta de líbido, impotencia, irregularidad en la menstruación…
- Síntomas respiratorios y cardíacos: dificultades para respirar, mareos, dolores en el pecho y espalda, taquicardias, hipertensión arterial, sensación de ahogo y asfixia…
- Síntomas neurológicos: debilidad muscular, convulsiones, amnesia, desfallecimiento, cefaleas…
¿Cómo dejar de somatizar los problemas?
Se dice que el cuerpo humano es una máquina perfecta. Tanto es así, que cuando existe alguna dificultad en nuestro interior nos manda señales para que le prestemos atención. ¿Qué podemos hacer cuando nuestro cuerpo nos manda señales?
- Echa la vista atrás y piensa en cómo nos sentimos y por qué nos sentimos así. Quizás de esta forma seamos capaces de ver las cosas desde una perspectiva que nos ayude a “solucionar ese conflicto”.
- Es importante poner palabras a lo que sentimos en cada momento. Si llamamos a cada cosa por su nombre, sabremos lo que nos pasa e indirectamente nos ayudará a encontrarnos mejor tanto física como psicológicamente.
- Di adiós a las emociones negativas. Aprende a dejar de pensar en negativo y a reconocer las emociones negativas como por ejemplo el resentimiento o el rencor. Una de las mejores técnicas para hacerlo es con el perdón. Está claro que a veces perdonar es complicado, pero piensa en que cuando lo hagas te vas a sentir mejor contigo mismo, más liberado. Recuerda siempre que tú controlas tus emociones, no al revés.
- Evita aquellas situaciones que te causen estrés y malestar. Ya has reconocido que el estrés afecta a tu estado anímico. Observa las situaciones que te hacen sentirte estresado e intenta evitarlas lo máximo que puedas. Quien evita la piedra, evita el tropiezo. Descubre como afecta el estrés a nuestro cerebro y los tipos y síntomas del estrés.
- Modifica hábitos, cambia de estilo de vida: Si sabes que determinadas cosas te generan estrés, evítalas. Prueba a salir más con tu círculo de amigos, el apoyo social es muy importante. El ejercicio físico y el contacto con la naturaleza pueden ser de gran ayuda.
- Desahógate y si necesitas llorar, llora: Compartir con nuestras personas más cercanas nuestros problemas y preocupaciones es muy aconsejable. Además, si tienes la necesidad de llorar, hazlo. No reprimas tus sentimientos. Llorar tiene muchos beneficios psicológicos.
- La vida se vive mejor con una actitud positiva: ¿Sabías que la evolución de cualquier enfermedad o adversidad está influenciada por la actitud que tomemos? Si mantenemos una actitud negativa y pensamos que todo lo malo nos pasará a nosotros, nuestras posibilidades de mejora se verán reducidas. Por eso, mantener una actitud positiva hace que nuestro ritmo cardíaco se regule e incluso nos hace olvidar algunos problemas y dolores. Descubre estos consejos para mejorar tu autoestima y recuerda… “Mente sana en cuerpo sano”.
Tratamiento somatización
Podemos ver el hecho de padecer una enfermedad como una señal que el cuerpo manda para modificar la conducta y los hábitos. Se pueden interpretar como las señales de avería de cualquier vehículo o electrodoméstico, que indican que hay que reparar algo o que algo ha dejado de funcionar.
Por eso, en primer lugar se debe detectar la situación que no se ha sabido resolver y buscar las formas de solución. Es necesario entender el sufrimiento de la persona que lo padece ya que aunque su actitud pueda parecer exagerada, el sufrimiento es real.
En muchas ocasiones se intenta atender solo a los síntomas físicos y se llevan a cabo diagnósticos erróneos lo que conduce a tratamientos desfavorables. Se trata de un tratamiento muy difícil pues quien lo padece suele sentirse frustrado cuando se le dice que su problema es más bien de tipo psicológico. Por ello, el tratamiento más recomendable es el constituido por médico-psicólogo-paciente.
El papel que tienen los psicólogos en las enfermedades y problemas psicosomáticos es de vital importancia. Se ha determinado que el tratamiento cognitivo-conductual es clave para conseguir unos buenos resultados.
Una parte importante del tratamiento radica en la psicoeducación que el psicólogo deba realizar con el paciente. Es muy importante saber detectar las creencias sobre los síntomas y las conductas relacionadas para poder reemplazarlas por pensamientos más adaptativos. Se deben proporcionar estrategias para que la persona sea capaz de enfrentarse a las causas que le provocan el problema. Además, es importante el entrenamiento en relajación y trabajar la exposición y resolución de problemas.
En último lugar, es fundamental trabajar la prevención de (posibles) recaídas y llevar a cabo un seguimiento durante un tiempo.
Si quieres profundizar sobre el tema, puedes leer los siguientes libros del médico Luis Chiozza:
– “Cáncer. ¿Por qué a mí, por qué ahora?”
-“¿Por qué enfermamos? La historia que se oculta en el cuerpo”
– “Hipertensión, ¿Soy o estoy hipertenso?”
O “Cómo comprender las enfermedades psicosomáticas” (Gilbert Tordjman).
Psicóloga especializada en psicología clínica infanto-juvenil. En continua formación para ser psicóloga sanitaria y neuropsicóloga clínica. Apasionada de la neurociencia e investigación del cerebro humano. Miembro activo de diferentes asociaciones e interesada en labores humanitarias y emergencias. A Mairena le encanta escribir artículos que puedan ayudar o inspirar.
“Magia es creer en ti mismo”.