Las agresiones sexuales afectan al cerebro femenino
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la violencia contra la mujer (tanto la física, la emocional como la violencia sexual) constituye un grave problema de salud pública que afecta negativamente a la salud física, mental, sexual y reproductiva de la mujer. Las cifras de prevalencia indican que una de cada 3 mujeres (30%), entre 15 y 49 años, han sufrido algún tipo de violencia física y/o sexual en su vida. Una cifra alarmantemente alta. Las chicas adolescentes tienen un riesgo más elevado de sufrir este tipo de agresiones. De hecho, en Estados Unidos, se calcula que una de cada 4 universitarias sufren de algún tipo de abuso sexual durante sus años universitarios. Las consecuencias para la salud son graves aumentando el indice de suicidios, embarazos no deseados, abortos, depresión, estrés post-traumático, insomnio, trastornos alimentarios, dolores, trastornos gastrointestinales, entre otras consecuencias. Sin embargo, a pesar de que las consecuencias a nivel psicológico y físico parecen claras, todavía no sabemos si las agresiones sexuales afectan al cerebro de las mujeres, cómo lo hacen y en qué grado.
Un nuevo estudio realizado en ratones por la Universidad de Rutgers aporta un poco de luz sobre este tema. Los investigadores comprobaron que someter a roedores hembras prepúberes con machos sexualmente experimentados disparaba las hormonas del estrés en las féminas. Esto les provocaba problemas de aprendizaje y reducía los comportamientos maternales y las conductas dirigidas al cuidado de la descendencia a la larga. Además, a nivel estructural observaron una disminución de células en el hipocampo de los ratones hembra.
Aunque no sabemos si estos efectos, observados en ratones, pueden reproducirse también en humanos, representan la primera evidencia que la agresión sexual provoca cambios a un nivel físico en la estructura cerebral de una especie y, que sufrir abusos en la pre-adolescencia, puede afectar al desarrollo cerebral de las víctimas. Lo que sí se ha demostrado en humanos es que la violencia y el abuso sexual es una de las causas más comunes de estrés post-traumático (EPT) en las mujeres. Y el EPT está asociado a una disminución en las funciones cerebrales ligadas a memoria y aprendizaje. La pérdida de neuronas en el hipocampo, que observamos en los ratones, podría explicar también estas disfunciones en humanos.
Según los investigadores, su trabajo es relevante porque conocer los mecanismos cerebrales que incrementan la depresión y los trastornos del ánimo que se producen en las mujeres agredidas puede ayudar a comprender como el cerebro responde a estas agresiones y encontrar modos para recuperarse de la violencia sexual sufrida.
Cristina es psicóloga, especialista en neuropsicología, investigación y rehabilitación cognitiva. Sin embargo, es comunicadora de vocación. Apasionada por el lado más curioso y extraordinario de la neurociencia, acerca temas clínicos del sector salud-investigación a un público no especializado a través de publicaciones interesantes, amenas, que puedan inspirar y ser útiles para el lector.