Disonancia Cognitiva: Una guía práctica para esta alteración en el proceso de interpretación
Disonancia Cognitiva. Lunes por la mañana y tu objetivo de la semana es ir dos veces al gym. Viernes por la tarde y no has ido ni un día. Estas a dieta y te comes ese chocolate que tanto deseas. El doctor te ha dicho que no puedes fumar e igual sales con tus compañeros a fumar. Esta sensación de pensar una cosa y terminar haciendo otra sin darte cuenta se llama disonancia cognitiva. La mayoría de las veces, nuestro comportamiento es coherente con aquello que pensamos, pero en ocasiones no somos coherentes aun sabiéndolo. Estas sensaciones pueden llegar a generar malestar y tension. En este artículo te presentamos una guía práctica a qué es la disonancia cognitiva, cómo podemos vivirla en diferentes áreas de nuestra vida y cómo resolverlas.
¿Qué es la disonancia cognitiva? Definición y concepto
La disonancia cognitiva es una alteración que se produce en el proceso de interpretación y aparece ante incoherencias entre los pensamientos y el comportamiento. Es la tensión o incomodidad que percibimos cuando nuestras creencias no están en armonía con lo que hacemos o mantenemos dos ideas contradictorias o incompatibles.
La principal función de la distorsión cognitiva es reducir el malestar generado a partir de la incompatibilidad entre el pensamiento y la conducta.
La Teoría de Festinger explica cómo la relación inconsistente entre creencias produce un estado motivacional desagradable o de tensión, que impulsa a la persona a realizar cambios para restablecer la consistencia. Las personas tendemos a evaluar nuestra conducta y creencias para conseguir coherencia interna, la desestabilización nos motiva a volver a conseguir la homeostasis.
De este modo, la disonancia cognitiva se explica por el propio funcionamiento humano. No tenemos un pensamiento único sino más bien complejo sobre las cosas que nos rodean.
Debido a la complejidad, las personas no tenemos el control completo y perfecto sobre la información que nos llega. Es aquí donde analizar la información es importante y en ocasiones puede también llevarnos a la disonancia.
Por ejemplo: una persona quiere ir a esquiar el fin de semana, consulta el tiempo que hará y las predicciones dicen que durante todo el fin de semana hará buen tiempo, sin riesgo de precipitaciones, por lo que decide que no necesita coger las cadenas para los neumáticos. Sin embargo, cuando se acerca a la zona montañosa observa como el indicador de su coche marca una temperatura realmente baja (-5º), el cielo está muy nuboso y empieza a nevar levemente.
En este caso, la disonancia se produce entre el conocimiento que hace mal tiempo (porque lo ve) y la confianza que tenia que no iba hacer mal tiempo.
Para que la disonancia ocurra no es necesario que ocurran incongruencias tan marcadas. Pueden ser cosas pequeñas como veremos acontinuación en los diferentes experimentos que se han hecho.
Disonancia Cognitiva: Paradigma de la complacencia inducida
En la investigación a las personas se les promete dinero a cambio de mentir sobre lo entretenida que es una tarea aburrida. Aquellos individuos que reciben dinero como recompensa por mentir no se sienten mal y tienen menor disonancia cognitiva porque encuentran una razón para hacerlo: el dinero. En cambio, los individuos que no reciben lo prometido por mentir sienten mayor malestar, a menor recompensa mayor disonancia. Las personas a las que se les paga menos son las que más racionalizan y cambian su idea sobre la tarea, intentan convencerse de que ésta no ha sido tan aburrida.
La investigación del juguete prohibido se realiza con niños y reciben la instrucción de no jugar con un juguete concreto. Los niños que no pueden jugar con el juguete para no ser castigados tienen menor malestar, porque el motivo de no jugar es evitar el castigo. A mayor amenaza les sigue gustando el juguete, pero no juegan por el castigo. En cambio, los niños que solo saben que no pueden jugar con el juguete pero no se les advierte del castigo, sienten mayor malestar porque no encuentran una razón para su comportamiento.
Disonancia Cognitiva: Paradigma de la elección libre
Este experimento estudia la disonancia cognitiva que sentimos después de elegir una opción entre varias alternativas. Los resultados indican que si la decisión es muy importante y la alternativa no elegida es atractiva aumenta la disonancia cognitiva para la persona que tiene que decidir. En cambio, si las alternativas son muy parecidas entre sí, el malestar es menor ya que se entiende que las alternativas se compensan entre sí.
Por ejemplo: Supongamos que tenemos que elegir un nuevo lugar donde vivir y nos proponen: Valencia, Barcelona y Asturias. Si dudamos entre Barcelona y Valencia basándonos en el clima y la playa sentiremos poco malestar eligiendo entre estas dos porque entendemos que las dos tienen playa y en ambas hace buen tiempo. En cambio si elegimos Asturias teniendo como otra alternativa Barcelona, sentiremos mayor disonancia cognitiva porque una no compensa a la otra (en Asturias tenemos playa pero la probabilidad de que la temperatura sea más baja es mayor), la alternativa de Barcelona es más atractiva según este criterio y la decisión es muy importante porque no sabemos por cuánto tiempo tendremos que estar viviendo allí.
Disonancia Cognitiva: Paradigma de la justificación del esfuerzo
Este estudio investiga la disonancia cognitiva en situaciones en las que no se consiguen las metas tras invertir un alto esfuerzo. En este caso, los resultados reflejan que se reduce el valor de la meta.
Por ejemplo: nos preparamos una oposición con mucho esfuerzo y no conseguimos plaza, por lo que para reducir el malestar cambiamos la idea a “no merece la pena”, “no vale lo que nos ha costado.”
La disonancia cognitiva en salud mental
En ocasiones, ante la disonancia cognitiva suele establecerse un sistema de creencias desadaptativas llamadas distorsiones cognitivas. Éstas provocan errores en el procesamiento de la información y favorecen la percepción y recuerdo de estímulos congruentes con los esquemas personales. A continuación veremos el caso de la depresión y el juego patológico como ejemplo de trastornos de salud mental en los que las distorsiones cognitivas funcionan como un sistema correctivo de la disonancia cognitiva para reducir el malestar.
Disonancia cognitiva: Distorsiones cognitivas en depresión
Los datos sugieren que las personas depresivas sienten mayor culpa, son más indecisas y trivializan menos los sucesos negativos que la población general. Las disonancias cognitivas convertidas en distorsiones cognitivas más frecuentes en este trastorno son la abstracción selectiva (se presta atención solamente a un detalle de la escena), la dicotomía (se juzgan los sucesos en dos polos sin grados intermedios, es decir, o es blanco o es negro), la sobregeneralización (se valoran en términos de “siempre” o “nunca”), el catastrofismo, la personalización (se adjudica a sí mismo cualquier hecho negativo), la lectura del pensamiento (se atribuyen razones al otro dando por segura la interpretación) y el razonamiento emocional (los sucesos son como se sienten).
Disonancia cognitiva: Distorsiones cognitivas en el juego patológico
En el juego patológico las distorsiones cognitivas contribuyen al mantenimiento de la conducta adictiva. Tanto los jugadores como los no jugadores presentan distorsiones cognitivas, pero éstas tienen distinto peso. Las disonancias cognitivas convertidas en distorsiones cognitivas más frecuentes son la ilusión de control (“yo controlo el resultado”), predicción del resultado (“voy a ganar”), azar como proceso autocorrectivo (“no puedo seguir perdiendo”), suerte como responsable de los resultados (“tengo la intuición de que me va a tocar”), explicaciones posthoc (“no ha salido porque…”), atribución flexible (“cuando gano es por mi habilidad pero si pierdo será que habrán manipulado la máquina”), perder por poco (“ha tocado el cero y yo tengo el uno”), correlación ilusoria y supersticiones (“para que me toque tengo que llevar algo de color negro”), fijación de las frecuencias absolutas (“me ha tocado tres veces en un año”, pero no se tiene en cuenta las veces que se ha perdido), disponibilidad (está más disponible en la memoria las veces ganadas que las veces perdidas) y la personificación de la máquina (“venga bonita”).
Disonancia cognitiva en el amor
Cualquier situación que no sea coherente con nuestras expectativas sobre el amor y la pareja puede activar la disonancia cognitiva para buscar una forma de reducirlo. Son frecuentes las disonancias cognitivas sobre “la media naranja”, “el amor predestinado”, “celos como signo del amor”, “enamoramiento permanente y pasión eterna” y “omnipotencia del amor”. Las expectativas irreales sobre la pareja se sustentan en las siguientes disonancias cognitivas que se convierten en distorsiones cognitivas: “mi pareja debe ser capaz de anticipar mis pensamientos y deseos”, “si me quisiera de verdad se esforzaría por agradarme”, “mi pareja nunca ha de herir mis sentimientos o enfadarse conmigo”, “las discusiones de pareja son una mala señal”, “mi pareja siempre será abierta, directa y honesta conmigo”, “amar significa estar siempre juntos”. Sería más adaptativo para la pareja si todas las creencias que empiecen por “debería” o “siempre” pudieran cambiarse por “me gustaría que”.
Disonancia cognitiva y la infidelidad
La infidelidad puede explicarse desde la disonancias cognitivas cuando se considera “cosa de pareja”. Por parte del infiel se justifica lo injustificable (“estamos en crisis”, “es monotonía”) y se culpa al otro (“no me presta atención”). La disonancia cognitiva se produce entre la conducta infiel y la idea que se tiene sobre el concepto de pareja (“compromiso”, “sinceridad”, “lealtad” y “fidelidad”). En ocasiones la forma de resolver la incoherencia es mediante la confesión cuando el grado de malestar es muy elevado o bien se cambia la idea sobre la pareja cuando es más difícil cambiar el comportamiento.
Maltrato y disonancia cognitiva
En situaciones de maltrato la disonancia cognitiva se produce entre la realidad del maltrato y el mantenimiento de la relación.
En la primera fase del maltrato, las disonancia cognitivas que se convierten en distorsiones cognitivas más frecuentes son la negación o minimización del problema, la normalización de la situación (“tenemos roces derivados de la convivencia en pareja”), el autoengaño y negación de su victimización (“el maltrato es más que un insulto de vez en cuando”), la justificación de la violencia (“me quiere tanto que se le va de las manos”) y la atención selectiva a los aspectos positivos de la pareja (“me ha pedido perdón, no volverá a pasar”). Posteriormente aparecen la sobrevaloración de la posibilidad de cambiar del maltratador (“cuando nos casemos sentará la cabeza”) y el incremento del sentimiento de culpa. En la última fase se justifica la continuidad en la pareja desde la dependencia emocional y la resignación (“cómo tirar 20 años de matrimonio a la basura”, “los matrimonios son así”).
¿Cómo se resuelven las disonancias cognitivas?
La disonancia cognitiva es un mecanismo que utilizamos para nuestro bienestar. Lo importante es ser conscientes de cuándo lo utilizamos para no caer en el autoengaño.
Existen tres formas de disminuir la disonancia cognitiva:
- Cambiando la creencia
- Cambiando la actitud
- O alterar la importancia de los elementos
En el primer caso podemos pensar que esa idea que tenemos no es del todo cierta. Por ejemplo, yo creo que “fumar provoca cáncer” y “yo fumo a diario”. Como la conducta es más satisfactoria para mí, me resultará más fácil cambiar la creencia. Por lo tanto, cuando se presente la disonancia en mi cabeza pensaré a continuación: “fumar no es tan malo” de esta forma puedo seguir con la conducta reforzante y restar valor a la creencia.
En el segundo caso, el objetivo es conseguir nuevos argumentos para poder continuar con mi conducta; es decir, reducir la disonancia cognitiva justificándose. Otro ejemplo, yo creo que “el ejercicio físico es bueno para la salud” pero “yo nunca hago ejercicio”. Los argumentos que puedo encontrar son: “no tengo tiempo” ó “no dispongo de instalaciones adecuadas”. Podemos ver como la conducta no cambia por el momento, en todo caso se aplaza porque he encontrado más argumentos para continuar con ella.
Por último, en el tercer caso, vamos a recalibrar la importancia de los elementos que forman la disonancia cognitiva. Siempre vamos a hacer lo que nos resulte más fácil, si es más difícil cambiar la idea cambiaremos la conducta. En el ejemplo del tabaco es más difícil cambiar la conducta adictiva, por lo tanto se modulará la idea: “seguro que no solo influye el tabaco.”
¿Has identificado alguna disonancia cognitiva? No dudes en dejar tu comentario.
Psicóloga General Sanitaria. Defensora de la psicología en su vertiente más integral y de la formación continua. Es fundamental mantenernos actualizados ante los vertiginosos cambios de la sociedad en la que vivimos y así poder dar una respuesta lo más rápida y efectiva a la gran variabilidad de demandas que pueden surgir en nuestro día a día.