Cleptomanía: síntomas, causas y tratamiento
Robar constituye un delito. Su gravedad dependerá de la cuantía y de si se aplica o no fuerza o violencia. Así pues, el hurto y el robo están penalizados en la sociedad. Pero ¿y si el impulso de robar te resultara insoportable y solo pudieras calmar la ansiedad cometiéndolo? Este es el problema al que se enfrentan las personas que sufren cleptomanía. ¿Quieres saber más acerca de este trastorno? Sigue leyendo.
¿Qué es la cleptomanía?
La cleptomanía se refiere a la incapacidad de hacer frente al impulso de robar objetos y terminar cediendo ante él. Está encuadrada dentro de los trastornos de control de impulsos, impidiendo un adecuado autocontrol de la conducta y/o las emociones. La intensidad de esta necesidad puede fluctuar en el tiempo.
Prevalencia de este trastorno
La cleptomanía suele desarrollarse a partir de la adolescencia o de la adultez temprana, pero puede aparecer incluso después. Se estima que dos de cada tres personas con este diagnóstico son mujeres.
Entre el 0,6% y el 0,8% de la población general padece cleptomanía. Y, concretamente en España, se cree que hasta un 5% del total de los hurtos corresponden a episodios de este trastorno.
Cursos típicos de la cleptomanía
- Curso esporádico: se intercalan episodios breves de robo con intervalos largos de remisión.
- Curso episódico: se intercalan episodios largos de robo con intervalos de remisión.
- Curso crónico: los robos se producen habitualmente, con fluctuaciones en su aparición.
Síntomas de la cleptomanía
- Gran dificultad para resistir los intensos impulsos de robar artículos (normalmente innecesarios y de poco valor). Cobran gran importancia los pensamientos intrusivos instando a perpetrar el robo.
- Incremento de la excitación, ansiedad o tensión antes de realizar el robo.
- Sensaciones de gratificación, placer o alivio mientras se realiza el robo.
- Sensaciones de vergüenza, remordimiento, culpa u odio hacia uno mismo después de realizar el robo. En ocasiones, también temor a ser detenido.
- Aparición cíclica de los impulsos.
¿Cuáles son los rasgos que identifican a un cleptómano frente a un ladrón común?
A diferencia de los ladrones usuales, quienes padecen cleptomanía no roban para obtener beneficio personal, por rebeldía, por malicia, para cumplir una venganza o similares; roban porque no pueden combatir el impulso de hacerlo. Tratan de calmar la ansiedad ante dicho impulso. Además, no suele haber premeditación ni colaboración, sino que se trata de algo espontáneo.
Estos episodios suelen tener lugar en sitios públicos (supermercados, tiendas individuales, etc.), incluso en casas de personas cercanas, como familiares y amigos. Como ya hemos señalado, la mayoría de las veces los artículos robados son de escaso valor, y el afectado suele tener medios económicos para poder comprarlo.
Quienes sustraen los artículos tienden a no usarlos, pues suelen esconderlos. También tienden a regalarlos, donarlos o incluso devolverlos en secreto. La actitud violenta o psicótica no caracteriza a la cleptomanía.
Por otro lado, debemos tener en cuenta que para una persona con cleptomanía no es tan fácil acceder a la satisfacción de sus impulsos como en el caso de otras adicciones (como al alcohol, al juego, a algunas drogas, etc.).
Causas de la cleptomanía
A pesar de que no existe una causa perfectamente establecida con relación a la cleptomanía, se cree que existe relación con los siguientes factores biológicos:
- Adicción a la dopamina. Este neurotransmisor se encarga de las sensaciones de felicidad y placer, entre otras. La acción de robar puede desencadenarla, incitando a experimentarla en repetidas ocasiones.
- Bajos niveles de serotonina. Esta influye en la regulación emocional y de los estados de ánimo. Quienes tienen comportamientos impulsivos suelen contar con un déficit de serotonina.
- Desequilibrios en los mecanismos de recompensa. La descompensación se puede producir en el sistema opioide endógeno, relacionado con las endorfinas y otras sustancias ligadas a la analgesia y el placer.
Factores de riesgo de la cleptomanía
La probabilidad de desarrollo de cleptomanía es más elevada si tienen lugar las siguientes situaciones:
- Padecer otro trastorno mental. La cleptomanía suele ir acompañada de otros trastornos mentales, como trastornos de ansiedad, trastornos de personalidad, trastornos de la conducta alimentaria, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno bipolar, adicciones, etc.
- Antecedentes familiares. Si alguno de los miembros de la familia nuclear padece cleptomanía o uno de los trastornos del punto anterior, el riesgo aumenta.
Complicaciones de este trastorno
La cleptomanía puede desembocar en diferentes tipos de problemas: emocionales, familiares, económicos, laborales, legales, etc. El hecho de saber que el robo es ilegal pero no ser capaz de reprimirlo puede generar culpa, vergüenza, humillación, disminución de la autoestima… Al final, se pueden terminar desarrollando síntomas de ansiedad, ataques de pánico, fobia social, depresión o incluso pensamientos y/o intentos de suicidio.
¿Cómo se diagnostica la cleptomanía?
El diagnóstico correcto se lleva a cabo a través de evaluaciones físicas y psicológicas. Analizar los síntomas es la clave. ¿Cómo?
- Realizar preguntas acerca de los impulsos y las sensaciones que estos desencadenan.
- Presentar una lista de situaciones y evaluar si alguna potencialmente inicia episodios.
- Utilizar test psicológicos y/o autoevaluaciones.
- Seguir los criterios del DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) en su última versión.
Es importante que, durante al menos seis meses, la persona haya realizado un elevado número de hurtos. Los robos puntuales no son un signo de cleptomanía en sí mismos.
¿Es correcto el autodiagnóstico?
El número de personas diagnosticadas por profesionales es bastante menor a las que se autodiagnostican de cleptomanía. ¿Por qué? Porque es una tendencia habitual en gente a la que se le pilla robando. Prefieren ser etiquetados con este trastorno mental antes que asumir su responsabilidad ante el hurto o el robo.
Hay que tener cuidado, pues la trivialización de las enfermedades mentales es un asunto serio. Causa bastante dolor a aquellas personas que realmente las padecen y es muy poco ético utilizarlas para «librarse». Además, incrementan los estereotipos y prejuicios negativos.
Así pues, antes de autodiagnosticarte de cleptomanía, acude a un especialista de salud mental que ratifique o refute tus sospechas.
Cleptomanía: ¿verdadero o falso?
Para resumir y poder entender un poco mejor la cleptomanía, vamos a comprobar si son verdaderas o falsas algunas de las afirmaciones relacionadas con el estereotipo de esta afección mental.
Ser cleptómano significa estar loco
Error. En primer lugar, utilizar el término «loco» refiriéndonos a una persona con trastorno mental no es adecuado. Normalmente se emplea con connotaciones despectivas y eso no ayuda precisamente. En segundo lugar, no presentan ningún tipo de delirios o paranoias, así que entienden cuál es la realidad. Son muy conscientes de lo que les ocurre.
Un cleptómano puede controlar sus impulsos, pero no quiere hacerlo
Error. Como acabamos de decir, entienden perfectamente que robar no está bien, pero el deseo que sienten por hacerlo es superior a su voluntad. Se convierte en una necesidad que necesitan calmar para aliviar la ansiedad que les produce.
Un cleptómano no se siente culpable por robar
Error. Sí es cierto que el hecho de cometer un robo les produce gratificación instantánea, pero esta es seguida por emociones negativas de inmediato. La vergüenza, la culpa, la humillación o el autodesprecio son ejemplos. Por tanto, padecer cleptomanía implica un dolor emocional prácticamente constante.
Ser cleptómano conlleva robar siempre que se puede
Error. Ya hemos visto que hay diferentes perfiles o cursos dentro de la cleptomanía. Recordemos que cometen los robos obedeciendo a un impulso que les causa ansiedad. Si no existe el impulso en un momento dado o si se es capaz de calmar la ansiedad previa al robo, este no se producirá.
Un cleptómano se termina convirtiendo en un ladrón común
Error. El cleptómano sigue un impulso, no busca enriquecerse, ni ser el más habilidoso de los ladrones, ni sus actos obedecen a la malicia. Tampoco se coordinan con otras personas para cometer el robo, ni utilizan premeditación. Además, ya sabemos que los objetos que sustraen son de escaso valor, no les motiva ir mejorando su «carrera criminal» para dar mayores «golpes».
Tratamiento para la cleptomanía
Puede ocurrir que algunas personas cleptómanas (con diagnóstico o sin él) no recurran a un tratamiento adecuado, incluso que terminen en la cárcel por reincidencia. Por eso, es importante que se preste atención a los síntomas y, si se cree identificarlos, buscar ayuda profesional. Es importante que esta búsqueda parta del propio afectado y no suponga una obligación; de lo contrario, la efectividad del tratamiento será mucho menor.
Debemos señalar que no existe una cura para la cleptomanía. Sin embargo, un buen tratamiento reduce muchísimo la probabilidad de recaída y ayuda a convivir de forma saludable con el trastorno.
Terapia psicológica
La psicoterapia cognitivo-conductual es muy útil para localizar creencias y/o conductas negativas y dañinas, así como para sustituirlas por otras positivas y más sanas. Esto es posible gracias a la reestructuración cognitiva. También puede recurrir a algunas otras técnicas:
- Desensibilización sistemática. De forma imaginaria, se presenta la situación que genera los impulsos de robar. Entonces, se establecen pautas de conducta que los neutralicen con la ayuda de técnicas de relajación.
- Sensibilización encubierta. También mediante la imaginación, busca crear aversión hacia un estímulo que antes proporcionaba placer. En este caso, anticipar las consecuencias negativas del robo y reforzar las sensaciones y cogniciones positivas que se obtienen al evitarlo.
- Técnicas aversivas. Buscan asociar una conducta no deseada con una estimulación desagradable, de tal modo que se deje de emitir dicha conducta. Pueden basarse en el condicionamiento clásico o en el condicionamiento operante. Por ejemplo, pellizcarse la mano con fuerza ante la aparición del impulso de robar.
Psicofármacos
No existen medicamentos específicos para la cleptomanía. Sin embargo, el médico puede considerar recetar otros psicofármacos para los síntomas de trastornos asociados, como antidepresivos para la depresión, ansiolíticos para la ansiedad, medicamentos para las adicciones (como «naltrexona», utilizado para reducir el impulso y el placer relacionado con el robo), etc.
En cualquier caso, el especialista informará acerca de los posibles efectos secundarios e interacciones con otros medicamentos.
¿Qué estrategias se pueden seguir en casa?
¿Te han diagnosticado cleptomanía? Entonces has de saber que seguir ciertas estrategias por tu cuenta ayuda a la efectividad de los tratamientos profesionales. Te contamos cuáles:
- Sigue el tratamiento establecido. Acude a las sesiones de terapia con regularidad (y, si no pudieras ir un día por lo que fuera, no te olvides de avisar al especialista) y toma los medicamentos en la cantidad y la frecuencia pautadas.
- Aprende sobre el trastorno. El conocimiento es un arma muy poderosa. Conocer las características, los síntomas, los factores de riesgo, etc., te ayudarán a comprender mejor la cleptomanía.
- Averigua tus factores desencadenantes. Si sabes qué tipo de situaciones te provocan los impulsos, te resultará más fácil preverlas y tomar medidas. Además, te ayudará a afrontar los pensamientos y sentimientos asociados.
- Cambia tus rutinas. Acciones como cambiar el camino habitual, acompañarse de una persona de confianza, utilizar bolsos más pequeños, etc., ayudan a controlar los impulsos.
- Busca actividades saludables. El ejercicio físico y las actividades lúdicas pueden llegar a proporcionarte esas sensaciones de placer y bienestar sin necesidad de cometer un robo.
- Fuera estrés, bienvenida relajación. Las técnicas de control de la activación (como las técnicas de respiración o las técnicas de relajación) son muy útiles a este efecto. También te ayudarán actividades como yoga, taichí, meditación, Mindfulness, etc.
- No pierdas de vista tu objetivo. El control y superación de las afecciones mentales no se logran de un día para otro: necesitan tiempo y constancia. Las relaciones deterioradas y los problemas económicos, laborales y legales también pueden encontrar solución. Recuerda a dónde quieres llegar y céntrate en lo que has conseguido hasta ahora, no en el camino que aún te queda por recorrer.
¿Qué hacer si diagnostican a un ser querido con cleptomanía?
Es fácil dejarse influir por los prejuicios cuando nos enteramos de que un familiar o un amigo cercano ha sido diagnosticado de cleptomanía. Ya sabemos que las motivaciones para el robo con este trastorno distan bastante de las que pueda tener un ladrón común. Por eso, debemos intentar comprender las características de la enfermedad para apoyarle de un modo activo y sin reproches.
Debemos tener en cuenta que los trastornos de control de impulsos no son fáciles de superar, pues neutralizar un impulso no siempre es tan sencillo como simplemente querer hacerlo. Esto requiere un compromiso a largo plazo tanto para el afectado como para sus allegados. Si ves que la situación se te hace cuesta arriba, puedes preguntar al terapeuta de tu ser querido por métodos de reducción del estrés.
También puedes exponer tus preocupaciones ante tu familiar o amigo. Recuerda, siempre sin transmitirle culpa o acusaciones, pues él o ella ya cuenta con un amplio surtido de estas emociones negativas. Transmítele que te preocupa su bienestar, que temes que pueda perder su trabajo, que pierda relaciones o que termine detenido.
Si es tu hija o hijo quien trae objetos a casa que no conoces, pregúntale cómo los ha conseguido. Presta atención al lenguaje no verbal, especialmente si crees ver timidez o culpa asociada. Dale la oportunidad de explicarse e intenta no emitir juicios, pues de otro modo es posible que se cierre y sea mucho más difícil prestarle ayuda. Es importante, además, que conozcas su círculo social, pues ciertos perfiles de amistad contribuyen al mantenimiento del trastorno.
Psicóloga colegiada con orientación social e inquietudes literarias, dispuesta a contribuir al desarrollo de las personas. Escritora con varios libros publicados. Madrid.